viernes, 29 de mayo de 2009

Sale on Malva




A todos los que me conocen y demás, me han visto en varias ocasiones con algunos collares y accesorios muy interesantes. TODOS, SEGURO, me han visto con un collar bellísimo en verde-amarillo-ocre con una flor preciosa. Pues bien, esta es su oportunidad de hacer suyo algo único (porque, adempas, les cuento que ese collar fue diseñado exclusivamente para mi y el modelo se llamó "Jane" (así me dicen las Terror y Abel). Pues... vayan a ver que se topan. Indudablemente, una oportunidad fantástica d adquirir un sello personal.

jueves, 21 de mayo de 2009

50 libros prohibidos...

Para aquellos que gusten de leer y que, además, disfruten de la controversia, una lista muy instructiva:

http://onlinecollegedegree.org/2009/05/20/50-banned-books-that-everyone-should-read/

Hugo se fue...

Hoy, otra vez, Hugo se fue.

Me sorprende la facilicidad con la que se va. Apenas toma un par de recuerdos y, con ellos a cuestas, se va. No me queda nada por decir cuando esto sucede porque, por principio de cuentas, mi opinión no es considerada en sus partidas.

Hace tiempo ya, Hugo se fue. Se fue en la mañana, al primer rayo de sol. Se fue enfundado en un sweater azul a juego con el auto que conducía. Dijo que iría a tomar nota de una peregrinación mochísima en un cerro cercano a León. En lo que a mi respecta, lo mismo pudo estar reporteando que exprimiendo naranjas en un puesto improvisado o contándole cuentos a los árboles del camino. El punto es que se fue. Se fue y yo no supe de él sino hasta media tarde cuando regresó.

Porque regresó. Regresó enfundado en un sweater azul a juego con el auto que conducía. Y fuimos a comer. Comimos delicioso. Y entonces, el punto importante era que había regresado. Y que yo lo amaba. Y entonces... entonces nada importaba.

Hoy se fue de nuevo. Pero no dijo a dónde se iba. Y yo lo vi salir en medio de la noche y no supe más de él por eternidades. No dijo a dónde fue y yo me hacía ideas sobre su paradero. Me puse una pañoleta en el cabello y sali a preguntar por él. Nadie me supo dar detalle porque nadie sabía de quien les hablaba. Algunos me dieron señas de un Hugo que lucía como él, pero no actuaba como él. Entonces, desesperada, seguí buscando.

Hoy, Hugo regresó. Pero cuando regresó ya no era el que se había ido. Aunque lucía como él, ya no traía un sweater azul a juego con un auto azul. Sus besos sabían diferente y sus ojos estaban nublados con imágenes de algunos otros ojos. Sus palabras ya no eran dulces y su abrazo ya no protegía del sol y del viento. Yo lloré hasta que el mismo sol, que ahora arrecia sobre mi cabeza, seco las lágrimas y el mismo viento las arrastro lejos lejos. Me volví a poner la pañoleta y salí.

Hoy, Allie se fue. Y no va a regresar.

miércoles, 20 de mayo de 2009

No need to worry


Nuestras preocupaciones se han acabado. Nada de estar pensando que no hay hombre pa' nosotras. He aquí la prueba...
Chicas, problema resuelto.

Just like Maria!











Si alguno de ustedes conoce a alguien que se vea como el hermoso especímen de la segunda imagen, que me avise, porque, indudablemente, me caso. Ahora que, si además tuviera, como su personaje Captain Von Trapp un chateau en Salzburgo, hasta hijos le doy jajaja.
Y si, además, de todo, envejeciera como este mismo ejemplar (foto superior), entonces hasta envejezco con él y le aguanto el casual mal humor.
Christopher Plummer, sigo esperando a tu clon! Mi hombre perfecto :).
(Y si alguno conoce a Christopher Plummer, a la edad que sea, que me lo presente que me dedico a él por el resto de su vida...

¿Dos de azúcar?


Amazing Race México!

Muy importante, sobre todo en estas fechas en las que hay que recuperar el turismo y recuperarnos de crisis de todo tipo, apoyar al país.
Discovery Channel, para su amazing race de este año tiene a México propuesto como país host. Las votaciones están tremendas en favor de Colombia. Si Le echamos ganas, en una de esas, ¿no?

http://www.tudiscovery.com/race/inicio.shtml

Angry Post

(7 mayo 2009)

No enojada: furiosa. Así me deja una parte de la situación que estamos viviendo: FU-RIO-SA.
Ya sé, ya sé y ya sé, que la mayor parte del planeta esta, no vuelta loca, lo que le sigue, por causa de la influenza A/H1N1. Ya sé que se dice que se originó en México porque aqui fueron detectados los primeros casos en grandes dimensiones. Y, aunque Estados Unidos ha admitido que es posible que los casos se hayan originado en su territorio, una gran parte de la comunidad internacional ha tomado medidas restrictivas contra los mexicanos.
Ahí tenemos el caso de Argentina o bueno.... China (desgraciados). Una cosa es tomar medidas preventivas y otra medidas discriminatorias. Esta de más decir que no es que te de por ser mexicano o por estar en contacto con mexicanos. Pero bueno, a la ignorancia...
Dos de mis hermanas se fueron hace una semana y media a Madrid de vacaciones. Un trío de supuestas "amigas" de mi hermana Mel, de la época en que la misma vivía en Madrid (dos de ellas húngaras y una rumana) le dijeron que mejor no la querían ver por ser mexicana. ¡Si! No le dijeron que no la querían ver por precaución (aún cuando ella tuvo pruebas de enfermedad con un neumólogo en México, en el AICM y, posteriormente, en Barajas). ¡Le dijeron que no la querían ver por SER MEXICANA! What the fuckin' fuck!
Llegaron mis hermanas y mis primas a Madrid (y además, sin haberme invitado las infames, pero bueno...) y, a pesar de los grandes problemas de discriminación, tuvieron la suerte de encontrarse con grandes seres humanos. Uno de los amigos españoles de Mel, Jose, se portó divino e, inclusive, tuvo la delicadeza de abrazar a cada una y ofrecerles una disculpa en nombre de su país por las situaciones hostiles vividas y por vivir (como la porquería que dijo "manténganse lejos de los mejicanos [sic] y de los cerdos... a bueno, es lo mismo"). Total que, a la hora de salir, una de las amigas, la rumana, llegó al bar donde estaban perfectamente sanas todas y se disculpó llorando por su previa estupidez. Las otras dos, ni se esforzaron.
Una de ellas, anda con el primo del ex novio de mi otra hermana, Alessandra. Carlos se llama el bicho este. Pues bueno, el fulano es ME-XI-CA-NO, con rasgos más parecidos a Juárez de lo que él mismo querría admitir aunque ello le ha valido para pseudo modelar en España cual latin lover. El tal Carlos, su novia Carmen y la hermana de ésta, Corinna (las dos húngaras) han probado ser unas fichitas. No quisieron ver a mis hermanas aunque se les aseguró no tenían ninguna enfermedad, las discriminaron por ser mexicanas, (CUANDO EL MISMO IDIOTA CARLOS ES MEXICANO) y bueno, un par de minucias más, como que, cuando mi hermana estaba devastada por su rompimiento con su novio Andreas (con el que ya regresó para casarse), ellas, SUS GRANDES AMIGAS, a las que regaló algunos muebles cuando se regresó a México tras el truene, presentaron al ex-novio, a las dos semanas de truene, con una amiga de ellas llamada Emily. OBVIO Andreas ni la peló a pesar de las situaciones comprometedoras en que ellas pusieron a Andreas.
Finalmente, mis hermanas regresaron con los amigos que tenían que regresar con lazos aún más estrechos y, los que no, mejor de una vez de lejitos. Resulta que, para hacerla corta, el pobre Andreas, que recién había regresado de Noruega (de donde es), se encontraba terriblemente enfermo y, al regreso de mi hermana a México empeoró, tanto así que no podía nio levantarse para ir a un centro de salud. Mi hermana, terriblemente preocupada, llamó a una ambulancia desde México para que fuera por él a su depa en Madrid. También preocupada, mi hermana le habló a carlos pensando que Andreas esta solo en Madrid que aún no domina el español y que necesitaría apoyo. El famoso Carlos, llega a casa de Andreas casi al mismo tiemop que la ambulacia. Justo cuando la ambulacia esta por atender a Andreas, que se quejaba de un fortísimo dolor de estómago, carlos le advierte al paramédico que tenga cuidado con el güero, porque acaba de estar en contacto con mexicanos (¡¡¡¡Y este PEN-DE-JO es ME-XI-CA-NO!!!!!). Esta de más decir que el paramédico no lo quiso atender ni subir a la ambulacia sino hasta que media hora más tarde, llegó un equipo de infectología con trajes cuasi espaciales a recogerlo y darle atención médica para lo que resultó ser una infección intestinal por algo que comió en sus vacaciones en Noruega.
¿Y este estúpido, Carlos, hablando de sus compatriotas de esta forma? Qué terrible es ver que tratan mal a nuestros compatriotas en otras partes del mundo producto de la ignorancia. Qué horrendo ver que hay personas que no investigan o que cierran vuelos a México pero no a EU o Canadá donde hay enorme cantidad de casos también. Pero qué nefasto, qué basura, que porquería, qué cochino asco, saber que hay personas que nacieron en este mismo lado de la tierra y se portan tan verdaderamente idiotas. Qué verdadera verguenza que una porquería de esa calaña haya nacido en el mismo país de todos los demás que estamos padeciendo esto juntos, algunos enfermando y otros apoyando, pero todos, en definitiva, comprendiendo. jamás más orgullo por ser mexicana y jamás tanto desagrado por la falta de consciencia.

Inglis for arqutets v.2.0.

(11 marzo 2009)

No es que todos tengamos que hablar inglés, pero vaya, si desconocemos algún termino, especialmente si es para referirnos a algún espacio arquitectónico, averiguar con una fuente confiable sería muy conveniente. Algunas de las más sobresaliente traducciones de un plano que encontramos y que fue enviado a Houston para su construcción:

Cava: It digs
Sala: It salts
Fuente: Source
Cuarto de máquinas: Fourth of he schemes
Cuarto de servicio: Fourth of service
Clóset de blancos: Closeth of white
Vestidor: Walking vestidor
Baño-vestidor: bath-vestidor

U-R-G-E aprender inglis p

¡Es taaan Edward!

(10 marzo 2009)

Pasa muchas veces que, mientras leemos un libro o vemos una película, alguno de los personajes nos atrapa de una forma particular. Esta atracción tiene que ver con diferentes factores: que nos identifiquemos con el personaje o que lo identifiquemos con alguien que nos llame la atención de forma particular,con que tenga algo que nos gustaría ser o tener y de ahí para adentro, muchísimas posibilidades subjetivas. Sin embargo, existen otros personajes, esos que no sólo nos atrapan a cada uno de nosotros por separado, sino a la generalidad. Personajes perfectamente delineados y planteados, redondos quizá. Personajes que están creados para ser los poseedores de muchos de los ideales que nos planteamos como sociedad.

Dicha selección de personajes, que sólo se consagran con el tiempo, van dejando referentes de acuerdo a la forma en la que detallan, mientras más mejor, la conjunción de ideas de un tiempo, de una época. Son una huella viviente e inmortal (en este caso, literal) de una sociedad, incluyendo en ellos los sueños y esperanzas de la misma, para bien o para mal.

Aunque tal vez haya a quien le de por patearme por lo que escribiré a continuación, hay algunos de esos ídolos ya forjándose en la época contemporánea. Lo que para nuestros padres era el mago Merlín, para nuestros hijos lo será Harry Potter. Lo que para nuestras abuelas fue Rhett Butler, para mi hermana menor parece ser Edward Cullen. Para ella y para, por lo menos, las 3 mil niñitas que se fueron a parar a verlo cuando vino a Santa Fé a firmar autógrafos. (Ok, admito que mis hermanas y yo fuimos luego al Cocktail de la película y que ellas hasta foto tienen y que yo lo tuve a 30 cms y que el mocoso esta re-guapo. ¿Lo curioso? Nadie se acordaba de él como Robert Pattinson, el ser humano, todos, absoltamente todos, se referían a él como "Edward" o "El vampiro", de donde viene la verdadera fama.).

El personaje de Edward Cullen es el del hombre perfecto. Bueno, hasta diría mi abuela que más perfecto porque su defecto más grande es evidente y no esta tan escondido que te enterarás a los 45 años de casados: es vampiro. Fuera de ese pequeño detalle (al cual, no finjamos, la literatura universal siempre le ha dado destellos de erotismo y pasión), el hombre es absolutamente perfecto: extraordinariamente guapo, sexy, encantador, culto a morir, tiene como 37 carreras, entre ellas medicina, letras y filosofía, es encantador con la familia, protector, dedicado, comprometido, con la madurez de un distinguido anciano pero la vitalidad de un mocoso de 17 años, la sabiduría de mi profe de ZhiNeng y la justa medida de arrebato: PER-FEC-TO.

Quizá por eso, hace cerca de dos semanas cuando llegó mi hermana muy emocionada a contarme que había conocido a un interesante especimen, al hablar de sus cientos de cualidades, resumió todo es una sóla frase: "¡Ay! Es que es tan... ¡Es taaaan Edward!".

Eco-terror!

(17 febrero 2009)

Muy amable y consternado, Mik me manda nota sobre el calentamiento global y sus terribles consecuencias. Otro recordatorio, de esos que descartamos fácil, de cómo nos estamos acabando al mundo...

http://www.eluniversal.com.mx/notas/577465.html

Un grandísimo F***!

Entre abejas y apicultores

(27 enero 2009)

Hace poco una queridísima amiga nos contó que su novio le puso el cuerno y que ella se dio cuenta, ¡qué raro! por su celular. Descubrió una conversación completa en la blackberry del desafortunado, en la que se narraba, con detalle, la relación que mantenía con la otra pobre mujer. En ella, la mujer, de muy mal gusto mencionaba, además de las ganas de regresar a los brazos del pobre miserable, cómo anhelaba que él la (anoten esto, es me-mo-ra-ble) "ROCIARA CON SU MIEL".
Jajajajaja creo que nada más de reirse se le ha tenido que pasar la depresión a la desafortunada traicionada. Y es que con toda razón. No inventes. ¡¡¿Que la rociara con su miel?!! En serio, ¿que la rociara con su miel? What the f***!!!!!! ¿Quién fregados usa esa expresión? Mientras lo discutíamos, mis primos no conseguían dejar de reir. Who could? Esta de más decir que todos los presentes copmenzamos a hablar de la pobre mujer y del muchacho en cuestión refiriéndonos, desde a los términos más ridículos hasta a los más vulgares.
Tendría que ser como una expresión que se use a partir de ahora. ya no se valdría más decir que alguien se "zumbó" a alguien más. Ahora podríamos decir que lo "polinizó". Que la rocía con su miel porque ella le dio su flor. Jajajaja.... Que la mujer tiene complejo Winnie pooh y que lo ve a él como el perfecto apicultor. Jajaja mi abuela, a la fecha, cuando le contamos de algún pretendiente, se refiere a a él como el "abejorro" jajaja... dudo que mi abuela entienda el maravilloso sentido que la palabra "miel" tiene en estas épocas...

Sobra decir que, con este tipo de comentarios, actos tan sencillos e inocentes como endulzar el te, se volverán algo grotesco por decir lo menos. Yeakes!

Franz Ferdinand, kiss me!

(25 enero 2009)

¡¡Ya encontré mi favoritísima canción de Tonight:Franz Ferdinand!!

Lo supe en cuanto sonaron las primeras notas: Katherine, kiss me. ¡Wow! Es una canción con música dulcísima y que, de alguna manera, refleja bastante mi estado de ánimo actual. La letra, por otra parte, es el monólogo de un personaje cínico y desesperado rayando en lo patético, aunque tan bien lograda que transmite todas las emociones del instante. Pareciera el B-side de No you girls, con la cual comparte letras y parte de las intenciones. Parecen el pre y el post.
Pero el haber encontrado una favorita, no le quita mérito al resto; todo el disco vale muchísimo la pena. Justo cuando crees que no pueden sorprenderte, vuelven a hacerlo. He escuchado por ahí que hay algunas personas que consideran que es la misma fórmula over and over. Quizás Now again, ¿qué no a eso le llamamos el estilo de un grupo? Y aunque en este material son mucho más "bailables", mantienen la idea de hacer old school rock. Eso que los hace diferentes de aquellos que arreglan sus intentos musicales con sonidos de delfines o campanitas o notas que parecen señas del sufrimiento de R2-D2. Por eso, también, es que Franz Ferdinand suena igual a los cd cuando los escuchas en vivo. Por eso, mi padre los escucha y me pregunta si son contemporáneos de sus favoritos sesenteros y setenteros. Por eso, yo los amo.

Tonight: Franz Ferdinand... and tomorrow and always!

So soberbia

(21 enero 2009)

Le pasa a todas, ¿no? Por lo menos a casi todas. Mal de muchos, consuelo de tontos. Pero lo sigues y seguirás creyendo siempre qe aminore la carga y la responsabilidad que tienes en el asunto. No finjamos, las cosas llegan al abismo porque nosotros lo permitimos. Ese drama de "yo no sabía", "él me hizo" es tan, pero tan lastimero que no te lo permitirías simplemente por el orgullo que aún tienes.
Haces recuento de los daños: meet, love, fight, cheat, fight. Alguna vez me contaste que lo sabías desde la segunda cita. Lo sentiste con tu impresionante intuición a la que nunca escuchas. Esa que tiene tu abuela, tus tías, primas, madre y hermanos. Esa de la que siempre te jactas, la que te hace estar feliz antes de que algo bueno pase y que te llena de tristeza antes de saber de consecuencias desagradables. Lo supiste, por segunda ocasión de forma tan tangible, el 26 de diciembre de 2007. Otra vez no te quisiete escuchar. Tenemos unas hermosas amigas en común que te dijeron mil veces que negarte a ti misma es ponerte en riesgo. No les hiciste caso pensando que sabías más. Justificándolo todo y no teniendo los pantalones para admitir que algo estaba mal. Claro, no podrías cuando la mitad del problema eras tú. Maldita soberbia, no te dejó ver. Estabas segura de que a ti no te podía pasar.
Haz memoria, anda... recuerda cuando me contaste que era el mejor, el más inteligente, guapo, culto... la forma en la que era atractiva su forma de ser tan en si mismo, siempre confiado, seguro. Boy meets girl, girl is as happy as can be. Tú tenías que ser perfecta para él, él... él seguro era para ti mejor que si te lo hubiera regalado tu hada madrina. Y casi le atinas, a las 12 en punto, se volvió la calabaza y tú dejaste de ser princesa para volverte una simple, vulnerable y débil mujercita del siglo XX abrazada a su celular como si de eso dependiera su vida y su estabilidad.
Lo que nadie te contó es que a las 12, la calabaza roncaba y tú leías que, jajaja ya era calabaza de otro jardín. Por supuesto, como nadie te contó, la calabaza ya no daba ni para quitarle el relleno y hacer un jack-o'-lantern para el siguiente halloween. Y eso que el miedo si que te lo inspiraba. Pero te tardaste en gritar. El grito no era para que lo escuchara el mundo, era para ti solita, quizàs para mi, pues. Para alguien a quien le importaras lo suficiente para que ni siquiera hubieras tenido que gritar jamás. C'est la vie, C'est la amour. Así tambièn es la soberbia que, estoy segura, te pensarás una vez más antes de entrarle al jaleo de nuevo.
Pero, ya no estás solita, enana. No serás princesa y no habrá príncipe azul. Lo que seguro habrá, serán razones de sobra para seguir riendo, muchos brincos que dar para llegar más alto, muchas ganas de no repetir y, ¿quièn sabe? Quizà un día un someone special que vuelva tu vida un cuento de hadas de verdad.

Entre caramel frapuccino y mocha blanco

(16 mayo 2008)

Estoy sentada en una mesa de la planta baja. No, no me atrevía subir esas escaleras tantas veces recorridas porque, desde que entré por la puerta, sabía que sería una mala idea.
No quise ver la terraza en la que compartíamos tardes infinitas discurriendo de amores y desamores, libros, cultura, drama. Ni siquiera toleraría ver el tejido del sollón en el que siempre reposábamos contentas poniéndo en tu lap a Depeche, The Cure, Franz, Cat Power, mi "Girl from Ipanema"... llorando con tu "Kiss from a Rose" y aventándome por la ventana con ese correoso "Aunque no sea conmigo".
Te extraño un chorro. Hay tantas y tantas cosas que quisiera poder contarte. Se que es tan complicado. Lo que se hubo roto, vaya. Es... no sé...
Estoy con Hugo, ¿sabes? Vaya, si llegaste hasta este punto, lo sabes. Ya te acuerdas, el periodista. Tenemos una relación muy peculiar. Lo adoro y todo eso, sólo... a veces nos cuesta trabajo entendernos. Él es muy conciso y real, yo estoy rellena de sueños e ideas itinerantes, pero eso ya lo sabes.
Y me titulé... ¡Ya soy toda una arqui! Tuve 10 en mi tésis... Estoy trabajando en un despacho muy muy muy importante (y muy snob, pero me encanta lo que hago). Mi jefa es una persona estupenda y todas las que trabajan conmigo son como yo, así que tengo muchas nuevas amigas. No como tú.
¿La verdad, la verdad? Me has hecho mucha falta. Pero qué te puedo decir que no sepas. Todo dicho.
Y sólo hoy, en este espacio en el que no había una sin la otra, fue absolutamente innegable. Como no había sido nunca tan fuerte la sensación desde hace 1 año y meses que no te veo.
¿Sabes? El caramel frapuccino no sabe igual. Le falto mocha blanco...

Frases célebres de personajes fantásticos

(16 mayo 2008)

1."¡Ahh... Poncho! Creo que lo amo..." -Suso
2."Es como la nueva versión de las gorras Von Dutch... como los pantalones rotos. Giovis is a trend setter! Deberías sacudirte y venderlo como brillantina" - Ony
3."-Mi papá es maderero - Al
-We're sitting on a gold mine! - Ony"
4. "Ella quiere conmigo... es una corazonada" - No comments jaja
5. "Si fuera cuadrapléjico, me suicidaría aventándome por las escaleras" - El amigo Óscar de mi amigo Ony

Fashionless Cruella

(15 mayo 2008)

Ok... trabajo para un estupendo despacho de arquitectura en el que hacemos un poco (un mucho, actually) de todo, proyectos, interiores... en fin. Desde hace tres meses y medio, estoy de residente de obra de una casa en El Campanario, en Querétaro. Ok, resumen: Es la Casa Maldita poseída por la Hija de Cruella de Ville (por supuesto y obviamente, sin el sentido estético y fashionista de la última). Todo, así, todo lo malo que puede suceder, le pasa a esta casa. Si sumamos una mala residencia de obra por parte de mi antecesor, con una actitud nefasta de parte de los dueños, tenemos, como resultado, una crisis absoluta.

En la obra trabajamos los que estamos por parte del despacho en el que trabajo, y los que están por parte de los dueños. Así, carpintería corre por parte de mi despacho mientras que barnizado es por parte de la familia, dueños de una gran compañía de barnices y pinturas. Hemos pasado por todo, desde problemas con la electricidad hasta inundaciones. Registros de drenaje perdidos, canteras destrozadas en accidentes con torres... La pintura, que supuestamente es estupenda, se cae cada que le ponen encima masking tape. Y para colmo, nos culpan a nosotros, cuando el masking tape lo pusieron los barnizadores y lo retiraron ellos mismos. Ese es el problema, la actitud.

Se han creado dos bandos. Los barnizadores, como parte de un escuadrón de aves de rapiña, se pasean por los pasillos de la enorme casa buscando el mínimo error o situación que les parezca fuera de lugar para hacerlo patente y causa de un gran revuelo. Los barnizadores, electricistas, plomeros y demás, se encuentran en un constante proceso de hastío y desmoralización gracias a los constantes reclamos (gritos despectivos, majaderías...) de los dueños. Verdaderamente agobiante.

Y el verdadero punto negro: los dueños. Se comenta que son los peores clientes que se han tenido. No estarían muy errados quienes lo han mencionado. Son personas déspotas y, ciertamente, de escasísima calidad humana. La hipocresía esta a la órden del día. Te sonríen, te hacen comentarios agradables y, a los diez minutos, mandan mails a México nombrando las 800 cosas que ellos "consideran" que te faltaron. Pero acoto, jamás te lo mencionaron a ti de forma presente, ¿eh? Son horrendos seres humanos, en resumidas cuentas. Y te das cuenta ya que están completamente desquiciados y ella solicita mentarle la madre al dueño del despacho; fina la dama. No me imaginaría, jamás, que ella, que se considera a si misma tan "señora bien", pudiera pertenecer al mismo círculo social que mi madre, que es una auténtica dama.

En fin, al fin a la casa se le ve que terminará en algún punto. Y eso es lo mejor que he escuchado últimamente. Por fin regresar a casa, ver la obra terminada, pero, sobre todo: tener el placer de no volver a toparme con dicha señora NUNCA JAMÁS EN MI HERMOSÍSIMA VIDA.

P.D. Por cierto, si, conocí a su padre que, sobre una motocicleta, es un ser patánico que bien podría haber elegido a Cruella por esposa.

Request for a book club

(24 abril 2008)

Apenas terminé de ver "The Jane Austen book club" y ya me siento deseosa no sólo de seguir leyendo, sino de encontrar la forma de tener un club de lectura.
La predecible trama nos habla de un club de lectura de (Guess who!! jaja) Jane Austen. Lo que no nos dice el título sobre la trama, aunque podemos sobreentenderlo si hemos visto dos o tres películas de Hollywood, es que los 6 libros que el ya multimencionado club lee y comenta durante el film, son las mismas historias con las que los personajes van hilvanando sus propias vidas.
Quizás, si antes no hubiera establecido una relación con Austen por medio de un par de películas sobre sus libros o por ese tomo amarillento de Mansfield Park que mi abuela nos regaló - a mis hermanas y a mi-, cuando empezamos a leer, motivadas por "Las gemelas de Sweet Valley" de las ferias de libros escolares, pensaría que el personaje con el que más me relaciono es con el de Prudie (y su Persuasion siguiéndola de la mano), pero... quedé absolutamente fascinada con Matthew MacFadyen en su papel de Mr Darcy, así que, sin importar qué tanto más se acomode a mis existencia Persuasion ("about two people that loved each other very much, then stoped and then they try to persuade themselves into loving each other again"), siempre añoraré ser la Miss Bennett que pasee por los prados ingleses de la mano del hermoso y orgulloso Fitzwilliam.
Sin embargo, lo verdaderamente importante, es que me ha hecho pensar en los libros que he leído y en la pasión que le meto a cada uno de ellos. Por supuesto, no todos me han gustado y, por supuesto, muchos de ellos los he regalado para que alguien más los encuentre y haga suyos. Si un libro no me hace vibrar, no es para mi y estoy lista para dejarle ir. Me parece curioso que, siendo así, muchos de mis libros favoritos hayan llegado a mi por casualidad y, también por casualidad, se hayan ido. No tengo una copia de varios de los que han sido mis libros favoritos. No tengo una copia de mi favorito infantil Ramona y su padre, ni una copia de Mal de amores. Le fallo duramente a Velasco al tener todos sus libros ( si, si hasta autografiados), pero no tener Diablo Guardián. Perdí Brida, mi favorito de Coehlo, por equivocación ( si no, por qué más, ¿verdad?)... y no tengo idea de dónde dejé mi hermosa copia de El Padrino de Puzo. Afortunadamente, aún tengo en mis manos el Amour Fou de Breton, 62/Modelo para armar ("... y hablaban de golondrinas...") de Cortázar y Todos los fuegos el fuego, mi cuento favorito. La insoportable levedad del ser, vive sepultada bajo una torre de libros pretenciosos (Demian, entre ellos), pero sus letras yacen de la mano de otras muchas escritas con grafito y rodeadas de estrellas en mi muro. Y por supuesto, el infaltable que provocó una posibilidad de donde sólo había un deseo una cálida noche de verano: Ficciones de mi Borges.
En mi muro, tengo fragmentos de Hipotermia y un párrafo completo de Delirio, un poema de Charpentier (No te me mueras pronto), y unas palabras de Auster. Tengo también unas cuantas frases de canciones de The Beatles y un par de palabras inmortales de Hc (jaja en algunas dice que soy hermosa, las verdades absolutas tienen que ser inmortalizadas, por supuesto jaja).
Y ya que hago recuento, caigo en cuenta de que , salvo algunas excepciones, no me aferro a un autor particular, sino que salto y salto entre varios de ellos. POr supuesto, he leído 5 o más Shakespeares, Borges, Cortázar, Coehlo (si, si, ya sé), Druon, Rowlings jaja y Allendes. Más de 3 Mastretta, Restreppo, Saramago, Auster, Baricco, Calvino. Leí un sólo José Agustín (Vida con mi viuda) en el que casi escupo, justo castigo por leer libros ajenos. Sigo deseosa de comprar el Libro de los Placeres de Clarice Lispector que me recomendó la hermosa Nadia y de lanzarme de lleno a un par de recomendaciones filosóficas que me ha hecho mi padre. Pero, ciertamente, también necesito con quien compartirlos, con quien intercambiar información de los mismos y con quién volverme loca por contar detalles.
En esta época de seres esquizados, la opción de la cafetería (o siquiera de que hayan dos o más personas con el tiempo para leer los mismos libros y luego comentarlos (si, la cultura es una actividad ociosa y lujosa en nuestra bella metrópoli, aún cuando no debería serlo). o de la juntita con queso/vino, parece remota. ¿Será que estamos condenados a los blogs? A plasmar nuestras ideas en un blog donde no se necesitan tiempos específicos o espacios particulares. En el momento que quieras y puedas. Sin más. Así hizo mi hermana Wen y, tan bien le fue, que hasta fue entrevistada por la revista Chilango narrando sus experiencias como promotora online de cultura. Por cierto, hagamos promoción a sus Puras Letras: http://purasletras.ciudaddeblogs.com/ (creo que es esa, si no, corregiré a la brevedad).

Problemas, here there and everywhere

(24 abril 2008)

Forzoso, tras un día terrible. Terrible, no escuchar forzosamente "here, there and everywhere" de The Beatles.
Desde que amaneció lo veía venir. Ya sabes, uno de esos días en los que cuando empiezas a tomar consciencia, una cosquillita te dice que será un día del asco. No te quieres parar de la cama, pero te obligas a hacerlo porque tienes que llegar a la obra a supervisar la situación. Si no llegaras, sabes, nadie se pondría a hacer lo adecuado, nadie podría entenderse con el de al lado y las cosas quedarían irremediablemente estancadas una vez más. Ni modo, mai, vas.
Y ya sin darle tantas vueltas, dejo que el agua caiga por mi cuerpo mientras el malestar me acongoja. Me visto con más flojera que ganas y no le pongo empeño ni a cubrir de negro mis castañas pestañas. LLego a la cafetería con cara de pocos amigos. Como algo de fruta con yogurt y granola. Decido hablarle a mi madre. Primera noticia de la mañana: "Ah... es queee... nos inscribimos al gym tu hermana y yo... si quieres ir, sólo tienes que pagar $1500 al mes, a ti no te lo podría pagar..." GRACIAS, MAI. NEXT.
Ya vas de malas, no lo puedes evitar. Admítelo, te sentirías igual. ES simple y sencillamente absurdo pensar que te la pasas estudiando, trabajando, haciendo y deshaciendo para que una persona que no mueve dos dedos sea cubierta de ventajas. No me malentiendas, no. No quiero ser miserable con mi hermana, sólo... me fastidia terriblemente que mi madre se someta a su voluntad sin medir las consecencias. Ok, la cosa es así; el gym le queda eternamente lejos a mi madre, pero es convenientemente cerca de mi hermana... que no hace nada (más que hacer la comida de la casa, diría mi madre). Not good for me.
Ya ni qué. Llego a la obra un poco fastidiada porque se la cantidad de cosas que esoys dejando rezagadas en casa. Ni siquiera siento deseos de hablar con el galán. Últimamente las cosas no van bien y... sólo... no tengo deseos de una pelea por ahora. No es huir, pues... sólo es... postergar los problemas para cuando tenga la fuerza y deseos de resolverlos. Ciertamente, ahora no es el mejor momento.
Ok, decido tomarlo con calma. Me pongo a resolver los pendientes habituales y a coordinar aquellas novedades del día a día. Carpintería en proceso: check. Plomería en avance: check. Instalación de las nuebas luminarias: check.
I. Me pongo a trabajar con el electricista para explicarle dónde van las nuevas luminarias de herrería. Problema 1: hay que hacer unas perforaciones en la viga para que los cables salgan en el punto exacto donde los quiero. Problema 2: hay que pintar algunas de las luminarias con esmalte negro. Everardo se pone a hacerlo sin problema sobre la cantera ya colocada. ¡Alto! A ver, chavo, hay que proteger el piso y los muros antes de pintar, no quiero que se derrame una sola gota sobre el piso o los muros. "Ok, arqui" contesa jubiloso y sigue pinte que pinte sus luminarias. A las dos horas paso por el exacto mismo lugar donde le dejé sólo para descubrir que, mientras el incidente de la inundación (VER II.) tomaba sitio, dejaron el esmalte negra sin atención y el mismo se derramó sobre la cantera y el muro blanco. Nótese que ya estaba histérica, así que, dando alaridos, me pongo a frontar los muros con thinner hasta que baja la concentración de negro y pido al electricista que raspe las soleras, la cantera y los muros para quitar el esmalte.
II. Estoy sentada anotando pendientes y asuntos financieros mientras espero la hora de la comida. Llega uno de los barnizadores y me pide le acompañe. Antes de entrar a la recámara principal voltea y me dice "Respire hondo, arquitecta". Algo terrible se avecina y lo veo venir. La recámara esta perectamente inundada. Las bases de madera para los pisos están cubiertas de una gruesa capa de agua que sale sin cesar del vestidor ya barnizado. El jefe de los barnizadores esta, con los pantalones remangados, sumergido en la regadera tratando de destapar el drenaje. Frenética, corro pidiendo que cierren las llaves de agua y regreso al lugar del crimen armada con sólo un trapo. Me remango también los pantalones y me sumerjo a tratar de mantener los muebles de madera secos. Pido ayuda a los carpinteros y entre 10 de ellos y yo nos lanzamos al abordaje. Con palas, cubetas, un precario trapeador y muchos trapos, secamos por fin las recámaras. Una vez terminado el asunto, me levanto, furiosa y pido a los carpinteros de vayan a comer tras darles las gracias. Me quedo sola con el Velador y los dos de instalaciones. Pregunto al plomero (al mismo que había visto reir "discretamente" mientras me miraba frotar histérica los muebles - y que fue el mismo que causó el problema, en primer lugar-) la causa del problema y responde vagamente lo que levanta mi ira, y vuelvo a preguntar, más específica pero también más molesta. Al parecer encuentra muy gracioso mi estado, porque comienza a reir bajito. Ya completamente fuera de mi, hablo de lo irreal que es que, a dos semanas de entregar la casa el drenaje no sirva. El plomero, sin siquiera disimular, rie con mayor descaro mientras más subo el volumen. "'¡¿Le parece muy gracioso?!" pregunto perfectamente iracunda. "Si" contesta entre risas sueltas el muy desgraciado. "Gracioso te va a parecer que no te quiero volver a ver en esta obra" le digo, finalmente, antes de salir de la habitación. Más tarde, hablo con su jefe, no me interesa que se quede sin trabajo, sólo no lo quiero en la obra que yo coordino. Que lo acomode en otro sitio. Si yo le vuelvo a ver, no me tentaré a correrlo por mi misma.
III. Estoy completamente cansada y defraudada. Las manos hechas trizas, sentada en mi banco y recargada en la mesa. Me siento abatida. En serio no es posible. Pintura en los muros, agua corriendo por la casa queriendo hacer de la misma una extensión del lago que bordea el jardín... ¿Qué más podría pasar? Ok, no hubiera preguntado. Más tarde en formular la idea en mi cabeza, que en llegar Ricardo, el jefe de los barnizadores a pedirme que vaya a checar un mueble de maderam ya barnizada que se encuentra completamente arañado. Descubriríamos, más tarde y tras elucubraciones sobre si había sido intencional o no, que habría sido el velador mientras arreglaba unos detalles con masking tape. El mismo masking tape que lastimó el mueble y lo astillo en varios sitios.
Para colmo, ya no comí, tenía un dolor de cabeza de cuidado y estaba profundamente nefasteada. Forzoso, tras un dia terrible. Terrible, no escuchar forzosamente "Here, there and everywhere" de The Beatles.

To lead a better life,I need my love to be here.Here, making each day of the yearChanging my life with a wave of her handNobody can deny that there's something there.There, running my hands through her hairBoth of us thinking how good it can beSomeone is speaking but she doesn't know he's there.I want her everywhereand if she's beside me I know I need never care.But to love her is to need herEverywhere, knowing that love is to shareeach one believing that love never dieswatching her eyes and hoping I'm always there.I want her everywhereand if she's beside me I know I need never care.But to love her is to need her.Everywhere, knowing that love is to shareeach one believing that love never dieswatching her eyes and hoping I'm always there.I will be there, and everywhere.Here, there and everywhere....

Friday, I'm in love!

(14 abril 2008)

En esta ocasión no es sólo la fantástica canción de The Cure. Es, más bien, una disertación que mantuvimos mi adorado HC y yo mientras deambulábamos por las atestadas calles del DF, sobre lo que provoca, en las personas, el que hoy sea lunes o martes (si, y el hecho de que lo escriba en lunes le da también un sentido particular a esto).
Pues bien, tras interrogarnos, llegamos a las siguientes inútiles conclusiones:
1. Lunes: Es el día de los nuevos ciclos y, curiosamente, de las flojeras infinitas. La mera idea de que sea comienzo de semana le imprime un toque de no-sé-qué que lo hace absolutamente irremediable. Empieza la cuenta regresiva y el bullicioso viernes por la noche no podría verse más apetecible. (NOTA: hay una especie de subraza que ve los lunes como días puramente energéticos y llenos de nuevos planes -yeakes!-.
2. Martes: Son el comienzo de la infinita rutina. Dice HC que lunes, martes, miércoles (excluyo los jueves a propósito), son los días más parecidos entre si y que encierran ese ciclo semanal en el que todo parece ser monótono y sistemático. También son los martes de 2x1 en algunas pizzerías y son los martes en los que, cuando pienso en todo lo que hay que hacer, recuerdo que no, que ya es martes, cerca del miércoles de cine al 2xindio y aún más cerca del fantástico jueves.
3. Miércoles: Los miércoles podrían ser tan infinitamente tediosos como los martes si no fuera porque a alguien alguna vez se le ocurrió eso de poner el cine de descuento los miércoles. Y si, en general es horrible, multitudes que se aglomeran esperando por un boleto, pero todos alguna vez hemos caído en la tentación de usarlos como excusa para ver a los amigos y sentirnos parte de esa ciudad en ebullición.
4. Jueves: Los jueves son mis días favoritos de todo el mundo mundial. Son los días de la deliciosa antipación. Esos en los no puedes esperar a que sea viernes y, a la vez, disfrutas el tormento dulce de que aún no lo sea. Nada podría ser más fascinante que la idea de que "lo mejor esta por venir". Los jueves, además, son los dias en los que siempre salía de antro porque así si podía salir dos días cada fin de semana sin que hubiera el problema de "¡Ayer saliste!". Los jueves son el día en que no importa qué pase, mañana siempre hay tiempo para recuperarse. ¡Fantásticos!
5. Viernes: El viernes es el día por el que esperaste toda la semana. El reposo hace uso de tu cuerpo y el estrés finalmente brinca de tu sistema. Sales con todas las ganas hasta que... ¡demonios! La ciudad a tope y nomás no llegas a ningún cochino lado porque ya todos se te adelantaron. La saturación en su máxima expresión. ¿Bar en la Condesa? Olvídate, llenísimo. ¿Cenita en Polanco? Hmmm... sólo si reservaste. ¿Cine? Bueeeno, pero peor que miércoles. No can do. Por lo menos tiene la deliciosa satisfacción de que, sin importar que tanto tiempo pierdas, mañana no tienes que despertar temprano.
6. Sábado: Nada tan fantástico como no tener que despertar temprano (la cama luce absolutamente deliciosa y te tienta a quedarte por lo menos hasta medio día), tener todas las posibilidades a la mano (museos, restaurantes, esa sesión en el flotario, la nueva remodelación de tu recámara o la visita a esa fantástico brunch marino) y saber que mañana (tun tuuun) tampoco harás nada. ¡Ah, delicioso!
7. Domingo: Los domingos son, según HC, los días más raros de toda la semana. Son los días en los que los ciclos se cierran y reabren. Los días del eterno dejar pasar; narra HC que hace tiempo, cuando el fenómeno del cine no estaba tan extendido y el SKY universe era sólo un concepto en Lomas, los domingos eran el día más aburrido del mundo. Día familiar por excelencia, para mi siempre implicó nostalgia. Nunca el fin de semana se ve tan lejano como los domingos en la noche. Nunca la rutina se ve tan inminente. Eran los días de las tareas no hechas, de preparar uniformes escolares o de salir de casa de la abuela esperando la semana completa para ver a las primas y patinar con ellas una vez más... quizás, porque nunca parecía tan distante la siguiente ocasión de ver a Luis Palma.

Payasos que no dan risa

(28 febrero 2008)

Hay muchas cosas qué pensar cuando se esta solo en una posición en la que trabajan, a tu coordinación, cerca de 30 personas. Por más que quieras establecer diferencias entre ustedes (especialmente por aquello de los límites de respeto), siempre terminas estableciendo algún tipo de nexo con alguna de las personas que te rodean. Ya sea con el electricista de sonrisa amable que escucha todo lo que le dices mientras seguro por dentro piensa que "demonios, esta ya me puso a trabajar otra vez" o con el Maestro de obras al que le aprendes mucho simple y sencillamente por los 30 años que te lleva de existencia...
Pero nunca nunca NUNCA falla aquel que de repente interpreta tu amabilidad con una mano que se quiere tomar para saltarse la barda y salirte con alguna majadería. Si bien la mayor parte de los chicos han sido profundamente amables y, sobre todo, perfectamente respetuosos, existe un jardinero que, queriendo hacerse el gracioso, ha sugerido a mis espaldas, pero con la suficiente insistencia para que yo me entere, que él "no me hacía el feo" (claro que se que él usa términos un tanto más burdos), especialmente porque, al ser el jefe de su cuadrilla, se toma los derechos de ser el que entre en contacto conmigo directamente cuando necesita algún tipo de contacto con las disposiciones sobre su trabajo.
Pues bien, hace un par de días, mientras me encontraba silenciosa revisando los detalles de un acabado, en un rincón medio oculto de la casa, le escuché pasar. Comentaba con alguno de los jardineros de apoyo que estaba seguro de no serme indiferente, argumentando que yo había notado que él no era un simple trabajador sino un hombre versátil que dedica sus ratos libres a lo que denominaba su "vocación", ser payaso en fiestas infantiles. Este sujeto, cuyo nombre no mencionaré por ser innecesario, hablaba de que era posible que me sintiera atraída porque él no sólo tenía su sueldo de jardinero, sino ochocientos pesos la hora por su trabajo de entretenimiento infantil.
No supe si reír o molestarme por dichas afirmaciones. Pero, evidentemente, no se las aclararé al señor. Bastó con que, el mismo día por la tarde, cuando, al ser observado por su séquito (a la expectativa de mi reacción, por supuesto) se aproximó a mi con ese toque de suficiencia altiva a preguntarme primero, sobre su trabajo, después, por la obra en general y, finalmente, esperando hacerse el gracioso con sus dobles intenciones preguntarme si "me gustaban los payasos infantiles". Más fácil no me la pudo poner. Ni siquiera tuve que mentir para ser absolutamente tajante y dejar en claro una cuestión que pudo haber sido incómoda:
"Nunca, jamás, me han gustado los payasos. Ni poquito. Ni cuando niña. Menos ahora. ¿Lo molesto si va a pedirle a sus chicos que vengan a ayudar al Maestro a levantar los registros? Gracias."
Al día siguiente vino el maestro de obras a contarme que había encontrado, sobre una mesa de mármol, y garigoleado con lápiz, mi nombre ta

Sentimentalismo guacaloso

(18 febrero 2008)

¡Tengo hambre! Llevo todo el día sin ingerir alimento. Bueno, ok, comí unas papas a media mañana... pero supongo que eso no nos dice mucho si ya son las 8:50 de la noche y mi pedido de "super salads" o alguna cosa por el estilo aún no llega. ¡Tengo hambre! Caray... esto de vivir en un hotel puede que no sea tan padre como uno se podría imaginar. Claro, claro, es que hay que aclarar: no estoy viviendo en el Grand Coral de Cancún o en el Deseo de Playa... Evidentemente, no hablamos de una master suite en el Plaza Athenee o ya siquiera de un standard en el Waldorf. No.
La avenida por la que se accede a mi hotel, es nada más y nada menos que la carretera a Celaya. Si, la México-Celaya. Entonces, resulta muy lógico pensar que, si me encuentro muriendo de hambre, no puedo salir a la tiendita de la esquina.
Y tal vez ni siquiera es el hambre... es solo que... estar sola, tanto tiempo... caray. Ya sé, ya sé... no debería ser una mocosa que se queja de todo, pero... a veces así pasa. Ya sé, también, mi novio no deja de repetírmelo: hay que crecer y romper cordones. Ya sabes, ser más independiente, dejar casa y empezar a hacer las cosas por ti misma. Si, si, todos lo sabemos, pero eso no quiere decir que el proceso, por tanto, sea más sencillo.
Lo cierto es que no sólo extraño la intimidad de casa, la comodidad del espacio colchón, ese donde caes en blandito, también extraño a mis amigos. Cuando pasas toda la semana fuera, y tu tiempo de repente se ve recortado, dedicas el mismo a tus actividades o personas "prioridad". Pues si, a nadie le sorprende que si ahora sólo voy a mi amada ciudad los fines de semana, le dedique ese tiempo a tres parte iguales: 1. yo, 2. el novio (si, si, el bello novio) y 3. la familia. Pero extraño a mis amigos... y no había caído en la cuenta de cuánto hasta que el mismo novio me hizo un comentario al respecto este fin de semana.
Es que... cuando estás muy feliz con alguien, pareciera que lo demás puede esperar. Y pues cuando tienes poco tiempo... (no comments). Pero... lo cierto es que... es cierto. Estoy descuidando a muchos de mis amigos. Tengo muchos grupos de amigos. Me he mudado 17 veces, no es como que haya un grupito con el cual haya crecido. Una semana salgo con los del norte, otra con los del sur, los del poniente entre semana... Irremediablemente, crear nexos no es algo taaaan marcado. Mi mejor amiga y yo éramos lo único estable en una serie de grupitos dispersos. Si ya ni siquiera nos pedimos la hora, determinar una pertenencia particular resulta conflictivo. Quizás por eso soy tan familiar. He escuchado muchas veces que las personas alrededor dicen que sus amigos, su "bolita" de siempre es su "familia". Yo no tengo un grupito así, por eso es que soy tan fan de la familia en la que nací y con la que he crecido, esa que permanece sin importar las mudanzas.
No hay dar lugar a malentendidos, no. Tengo amigos a los que adoro y en verdad creo que he sido muy muy afortunada porque he conocido a grandes pesonas de las que tengo el gusto de ser amiga. Algunos si, son como mis hermanos. Pero hasta en eso es una onda más bien familiar. Puedo no verlos en 2 años y luego verles, contarnos lo que ha sucedido y amarnos a tope sin tener que vernos cada 3 días. Wen, Chu, Raúl... por citar algunos. Y ahora, estoy aqui... sentada frente a una pantalla de computadora, leyendo toneladas de libros que cargo en una mochila y pensando en como extraño a esas personas que, cuando tengo cerca, puedo no ver por años sin siquiera inmutarme. Caray... es cierto, esto de estar lejos de casa te hace valorarlo todo (con una buena dósis de sentimentalismo lloroso - yeakes!-).

Terrores móviles

(11 diciembre 2007)

Estás convencida de que podrás hacerlo sin ningún tipo de complicación. Te dirigirás hacia parajes inciertos como heróica exploradora de antaño. Te postras en el asiento delantero con la absoluta seguridad de que llegarás a tu destino sana y salva. Él te espera y, de momento, eso parece suficiente razón. Estudiaste la ruta con suficiente tiempo, sin embargo, parece que, en alzado, las avenidas no tienen la misma apariencia que en la guía consultada. Acelerador, freno, acelerador, freno. El tráfico vehicular está en su mejor momento. Verde-amarillo-rojo, verde-amarillo-rojo...
De repente, el miedo asalta tu mente. ¿Te sentías muy valiente, no? Hace algunos minutos estabas dispuesta a ir hasta el fin del mundo si fuera necesario. Nunca te detuviste a pensar que quizás no sería tan sencillo. Ese trailer a tu lado se ve muy imponente. Te sientes pequeña y desprotegida. Apenas un rozón con la banqueta basta para menguar tus ánimos. Te apanicas. Las manos sudan frío y prendes el aire acondicionado para calmar el calor que te invade bajo el pesado abrigo invernal. Sigues manejando hasta llegar a un camino de terracería. Debiste haber dado vuelta hace ya un buen rato. Es de noche y no hay luces en las calles. Topas con una reja de gallinero en la que se recargan un par de vagabundos que calientan sus manos en la flama contenida dentro de un tambo industrial. Das vuelta en U y avanzas en sentido contrario con cuidado. Te animas y cruzas la avenida entre dos camiones. Estás a punto de desistir. Quieres ir a casa. Piensas en él.
[La fiebre lleva 3 días asediándolo y los delirios se han hecho presentes en más de una ocasión. Tú misma pudiste escucharle pedirte, hace un par de días y con los labios secos, "zeta" convencido de que lo que estaba pidiendo era "agua". Amodorrada, te esmerabas por atender su pedido pero, mirándolo confusamente, no entendías qué quería. Cuando al fin, desesperado él también, balbuceó "agua", corriste a la cocina, histérica, para poder calmar su sed -y su delirio-.]
Respiras profundo mientras contienes el deseo de llorar que te provocan los dos camiones de doble semi-remolque que transitan a tus costados. De repente, el camino se torna amenazante. Pides permiso al amable chofer del camión a tu derecha y te orillas cautelosamente. Pones tus intermitentes mientras el teléfono celular se desliza por tus dedos conectándote a su número. Nota tu estrés y te pide no te muevas de donde estás, él llegará a buscarte. Respiras mientras sientes la vibración de unas cuantas toneladas siendo transportadas por un trailer a tu costado.
Llega a tu lado y te exige tomar control de ti misma, pero tú ya has perdido un poco la fe. Le pides maneje él el resto del camino, pero se pone firme y te dice que no, debes hacerlo tú misma. Accedes pero ya estás al borde de una crisis nerviosa. Ríes histérica mientras vuelves a darle un llegue a la salpicadera con la banqueta. Él te mira aterrorizado.
Cuando finalmente te estacionas frente a su casa, no quiere dejarte ir e, inclusive, insiste en llevarte él de regreso. Te pones de malas y le insistes para bajar del auto. Conoces a su madre. Entran a su recámara y descubres un pequeño algo que, si relacionas con otros algos que han tenido lugar el fin de semana anterior, te dan un poco de miedo. Una opresión aún mayor que la causada por la marejada vehicular por la que acabas de transitar, llena tu pecho. Recuerdas la plática que tuviste con tu amiga S esta mañana. ¿No te da miedo, preguntó ella, pensar que quería tanto a otra persona antes que pensaba compartir el resto de su vida con ella? Si, te da miedo. ¡Qué digo miedo! ¡Te da terror absoluto!
Hay muchas cosas que te dan miedo. Pero crees, quizás inocentemente, que reconocerlas como atemorizantes es el primer paso para saber cómo debes hacerles frente y, posteriormente, soltarlas. Te despides, te subes al vehiculo plata y arrancas hacia lo desconocido.

My own personal hero...

(6 noviembre 2007)

"Hoy me tiré al río a sacar a una señora que no sabe nadar y hundió su lancha, la corriente me arrastró y me metió algo más que golpes y raspones. [...] tengo agua por doquier y comezón hasta el último pliegue de mi ser. No he desayunado, me insolé, traigo las calcetas húmedas, me jodieron los mosquitos y anda duro el dengue. Debo tres notas, envío de fotos y a este cel alterno le queda así de pila. Pero, sabes...

...pienso en ti. Beso"

Me siento desbordantemente orgullosa de ti. Eres uno de los mejores seres humanos que conozco y me siento privilegiada de poder quererte y ser querida por ti. Ni siquiera te puedo explicar los ojos acuosos que me surgen cuando te pienso.
Acabo de leer uno de esos libros de una pareja de enamorados durante la Segunda Guerra Mundial y... curiosamente, y por supuesto, a su debida escala, no sé por qué he hecho esta alusión... como esas cartas en las que el soldado lejano mandaba a su novia donde contaba un millón de tragedias pero al final siempre recordaba que había una luz y que por más trágico que pareciese el panorama, mientras estuvieran así, pensando en ese otro (como un motivo, me gustaria decir), siempre había una razón para seguirle dando a lo pesado.
He pasado en día paseando a mis own personal tourists, dando vueltas por toda la ciudad. Paseando por canales curiosamente. Sentada en una trajinera pensándote. Hoy los dos rodeados de agua. Y entre el tráfico y los problemas cotidianos, sabes...

... pienso en ti. Todos mis besos.

Pt. 2 Gracias

(3 noviembre 2007)

II. AGRADECER LAS COSAS BUENAS EN LUGAR DE RECLAMAR CONSTANTEMENTE CUANDO ALGO NO NOS PARECE. ESTO AYUDARÁ A ENCONTRAR Y SOBREPONER LOS PUNTOS POSITIVOS A LOS NEGATIVOS.
¡No más reclamos, cariño! la tendencia natural es ver el negrito en el arroz, ¿no es cierto? ¿Por qué nos enfocábamos en ver ese minúsculo detalle defectuoso en lugar de observar, analizar y agradecer todos aquellos maravillosos que le rodeaban y que son, a la larga, los que hacen que sigamos juntos. Pues bien, basta de dar por sentado que las cosas lindas que suceden entre nosotros son porque así tienen que ser. Ya va siendo hora de apreciar en el otro todo aquello que aporta a esto que vivimos juntos. Los momentos felices y, sobre todo, aquellos difíciles en los que el otro nos hace vernos más nítidamente a nosotros mismos. Esos en los que nos hacemos mejores seres humanos.
Gracias por tus ojitos, por tu sonrisa. Por tus labios que me besan con ganas. Por tus manos que me sostienen y me acarician. Por las piernas que te mantienen en pie y por ese corazón que late en tu pecho. Por tus pulmones, por hacerte respirar todos los días. Por esa boca que te alimenta y por las cuerdas vocales que hacen que tu melódica voz pueda ser emitida, especialmente cuando es para decir una de millones de cosas interesantes e inteligentes que sabes. Pero, más que nada, cuando es para decirme cosas lindas, como que me quieres, por ejemplo.
Gracias, cariño, por abrazarme fuerte cuando más débil me siento. Por la infinita paciencia que me tienes cuando me enfurruño y ya no sé cómo decir las cosas que se me enredan adentro. Por mirarme con placer cuando me arreglo y me pongo guapa... pero, sobre todo, por las miradas que pones cuando digo algo interesante o inteligente (preferentemente ambas). Gracias por tomarme de la mano cuando caminamos por la calle y voy con mis stilettos de 12 cms. Gracias por dejarme ordenar primero en los restaurantes y coffee shops. Por compartir los descubrimientos culinarios conmigo, por ser parte de aquellos que te he presentado (aunque me hagas caras cuando son porciones mínimas y los dos nos quedemos con hambre).
Gracias por caminar del lado de los autos y cambiarme de sitio, mientras posas la mano cuidadosamente en mi cintura, cuando cruzamos una calle. Por los enojos que haces cuando no entiendo por qué te estresa tanto que me miren al pasar. Por las veces en las que, cuando te digo que te quiero a ti, entiendes, sonries y te yerques orgulloso. Cuando le mandas besos coquetos a los que me chiflan en la calle. Gracias por todas las veces que me complaces y por tratar de ser asertivo siempre que discutimos.
Gracias, journalist, por analizar lo que te digo, lo que me dices... por hacer la historia holística y por ser preciso en tus expresiones. Me obligas a ser más cuidadosa con lo que digo, desde intenciones hasta la concepción formal del lenguaje. Gracias por tus estupendas bromas que me hacen reir mucho. Gracias por las malas, que me hacen sonreir y gracias por las peores, esas en las que te miro incrédula sin poder comprender cómo es que has creído que esas cosas que diceS pueden ser cómicas. Me das la oportunidad de romper mis patrones y determinar qué tanto me parece razonable y qué tanto es aquello en lo que creo que te has pasado de la raya. Gracias por poner a prueba mi paciencia. Seguro le encontraré mucha utilidad a ello en un futuro.
Gracias por pedirme, generalmente, las cosas que quieres, como las quieres, me haces el camino más luminoso y me cuesta menos trabajo tratar de complacerte. Gracias, a su vez, por escuchar mis demandas y solicitudes. Gracias por ponderar cada una de ellas y gracias por no cumplir todas sin previa negociación. Me ayudas a no exigir de forma berrinchuda y a ser menos caprichosa. Así, podemos convertir un pancho en una negociación exitosa para ambos.
Gracias por celarme y por el ese dejo de molestia que le imprimes al tono de voz con el que me hablas cuando estamos lejos. Especialmente cuando estoy de viaje, trabajando. Me hace darme cuenta de la alta estima en la que me tienes y de cuánto me quieres. Gracias por considerarme una mujer linda. Gracias por considerar que soy digna de ser celebrada (como cuando camino por todo X-caret en bikini y, al contártelo, haces algún comentario enfurruñoso). Gracias por expresarme que me consideras una buena persona. Trato, ¿sabes? De serlo, vaya. De dar lo mejor de mi cada día, todos los días. Algunas veces es fastidioso, pero todas y cada una, es gratificante. (No le digas a nadie, pero especialmente aquellas veces en las que te topas con alguien maravilloso porque tú misma has tratado de hacer las cosas bien).
Gracias por el pancho que me armaste cuando me pediste que no hiciera panchos. Por poner a prueba mi tolerancia. Por escuchar y por comunicar. Por no cerrarte cuando te estoy explicando algo y por ser tajante cuando algo simplemente no te parece. Gracias por no ceder siempre a mis deseos y por mantener una postura individual sólida. Es una de las cosas que, aunque me molesta en un sentido caprichoso, me hace admirar profundamente en ti.
Gracias por tus amigos. Porque al conocerles, y reconocer en ellos a magníficos seres humanos, me doy cuenta que son tus amigos por algo y que de esa maravilla tú tienes muchísimo. Que por eso es que son amigos. Que se han encontrado porque tienen tanto que compartir. Tienes algo de cada uno de ellos. La impresionante inteligencia, agilidad mental y retención de Humberto. La simpatía y sensibilidad de Mariel. La sociabilidad, diversión y lealtad impresionante de Manuel. La cortesía infinita, atenciones y la preocupación por los amigos y su bienestar de Clau. El interés por lo nuevo, el descubrimiento y la aventura de Rol. Lo sencillo que parece ser llevarse bien con Santiago. Y las cosas que me falta por descubrir si un día conozco a Gaby o a Paulo.
Gracias por presentarme a tu familia. A tus primos que son encantadores y atentos y en todo momento Te hacen sentir atendida y bienvenida. Elsa con su carácter fuerte que dice mucho de lo que una persona espera de la vida y cómo tiene la fuerza de exigirlo porque sabe no merece menos. Gerardo y su amabilidad impresionante, sus comentarios perfectamente corteses. Miguel y su admirable sentido de la hospitalidad. Más tardas en poner un pie en su casa que en sentirte parte de ese círculo. Tu familia sabe acogerte y hacerte sentir tan cómoda que ha sido maravilloso conocerles. (Y me encantaría conocer a tu hermana y a tus otros hermanos en sus locaciones lejanas... León, Morelia, Guadalajara...).
Gracias cariño. Por los besos suaves, por los fuertes. Por los tiernos y por los apasionados. Por las caricias. Por los momentos y por los instantes. Por todas las cortesías que tienes conmigo. Por todas las maravillas que he conocido contigo y por esas que, ya conociendo he redescubierto a partir de esto que es quererte.
Gracias, porque seguro se me olvida mucho que agradecerte y porque, seguramente, lo iré recordando poco a poco, a cada momento.

Pt. 1 Nuestros Momentos

(3 noviembre 2007)

I. TENER PRESENTES LOS HERMOSOS MOMENTOS QUE HEMOS VIVIDO JUNTOS Y QUE SON EL COMIENZO DE MUCHOS MÁS QUE PODREMOS VIVIR, SI ESO SEGUIMOS ELIGIENDO.
Dime, cher journalist, ¿no es fantástico cuando sólo estamos bien y nos miramos y reimos y nos abrazamos? ¿No es tremendo cuando vamos a algún museo y jugamos como niños pequeños? ¿No es excitante cuando nos besamos en la obscuridad de algún juego infantil cuyo fin es permitir el desarrollo de las percepciones y vaya que nos percibimos tú y yo? ¿No fue tremendo cuando estaba tan enfermita que viniste a casa a prisa a cuidarme? ¿A decirme que no estaba sola, que todo estaba bien, que tú me protegerías? ¿No fue absolutamente maravilloso mirar la ciudad desde lo alto y que te acercaras a mi oreja para susurrarme que me miraba linda esa noche? ¿O el mensaje en el que decías que por verme volarías en papalote?
Vaya que se me ocurren infinidad de momentos. ¿Qué hay de la vez en la que te fuiste a visitar a tu hermano y me mandabas fotos de él, de ustedes cantando, de tus diversiones, familia... de tu vida? Amé sentirme parte de tu vida. Amé también cuando bailamos esa madrugada, en la calle, afuera de casa, y me abrazabas y me protegías del frío. Y casi lloro (si, si soy muy emocional, caray) cuando invitaste a cenar a mis hermanos. Cuando tienes todos esos detalles de cortesía. Sé que no tendrías por qué tenerlos. Por eso adoro cuando los tienes y los agradezco infinitamente.
Amo con pasión cuando vamos al Centro juntos. Ya sea a Palacio Nacional o San Carlos o Bellas Artes o a cualquier lugar donde nuestros privilegiados amigos hagan despliegue de sus habilidades en el clavecín. Amo cuando vamos al Corona y comemos rico, hablamos, reimos y bebemos (refresco de manzana y limón jaja) juntos. Amo cuando te espero en el Starbucks de 16 de septiembre mientras estás en el gobierno recopilando información, haciendo una entrevista, escribiendo una nota. Amo que, siempre que te espero ahí, conozco a alguna persona maravillosa llena de historias y a la que, entre otras cosas, le cuento la emoción que anticipa mi reencuentro contigo, una vez que termines tus actividades. Amo pasear contigo por Reforma mientras me dices todo gruñón que no estás ahí de paseo sino trabajando. Amo cuando amaneces en tu ciudad sintiendo que la descubres con ojos de turista.
¿Sabes qué me gusta muchísimo? Adoro cuando vamos al cine juntos y me pides que elija una película. Yo contesto que podría ver, indistintamente, casi cualquiera de ellas. Tú me miras con un dejo de desesperación preguntándote por qué no puedo elegir alguna. Yo te leo (aunque ni cuenta te des) y te miro y afirmo que lo que realmente disfruto es la compañía (aunque claro, si se te ocurriera elegir "La risa en vacaciones parte 3247239" seguro que escucharías mi enérgica objeción). Y luego elegimos dulces y sandwiches juntos. Nos preguntamos cortésmente si queremos compartir una bebida o si cada quien pide la propia (y generalmente compartimos).
Me gustan esos últimos 5 minutos cuando llegamos a casa y estamos en el auto, una especie de burbuja de intimidad en la que nos permitimos ser vulnerables y decir todo aquello que tenemos en la cabeza y que, de vez en cuando, es lo mismo que nos aleja un poco cuando no queremos ceder ante el otro (que no tendríamos por qué, cariño, porque parte de estar en pareja es no tener miedo de ser nosotros mismos por completo). Amo ese beso que nos damos al despedirnos. Lo amo. Es un beso con toda la añoranza y el deseo del siguiente encuentro. Un abrazo profundo que no quiere soltar. Un "te quiero" que decimos como suspiro y que hace una especie de pacto entre nosotros hasta que volvamos a vernos, cuando una vez más, tus hermosos ojitos verde-mielosos me miren y me lo digan sin palabras.

Guía para mejorar una relación

(3 noviembre 2007)

Y es que hasta parece que éramos expertos. Cada vez que buscábamos la forma de complicarnos la vida, éramos exitosos. ¿Te habías dado cuenta? ¿Como cada vez que estábamos bien, casi instintivamente algo sucedía, en ti, o en mi, que hacía que todo se tambaleara? Una expecie de negación a vivir en paz y tranquilidad.
Se me ocurre, con ese speech que manejamos desde que nos conocemos, en el que tú aclarabas que no serías el príncipe rescatador de ninguna princesa y yo, que tampoco quería jugar a la amazona al rescate del pobre niño perdido, que la cosa va por ahí. Quizás (y sólo quizás), no sabíamos cómo estar sin tratar de arreglar algo. Si yo no te necesito para estar bien conmigo ni tú me necesitas para estar bien contigo, entonces, seguramente (pensábamos muy en lo profundo), algo debía estar mal. Y entonces generábamos el conflicto que nos confirmaba dicha idea. Pero no. Mon amour, las cosas no tienen que ser así. Podemos estar bien. Y YA. No necesitamos arreglar lo que no necesita ser arreglado. Lo que esta bien desde el inicio. Dejemos de crearnos conflictos para mantenernos ocupados, que ya bastante tenemos con lo que venga desde fuera. Y ahí si (ahí, si) necesitaremos resolver conflictos, PERO JUNTOS.
Pero eso era antes. A partir de ahora, declaro: no habrá más problema que no tenga solución entre nosotros. Y cada uno de los problemas que vengan, sabremos resolverlos exitosamente, aprendiendo de ellos y volviéndonos, a partir de ellos, mejores seres humanos. Tú contigo, yo conmigo. Nosotros con y por nosotros. ¿Por qué no podría ser?
Por ello pretendo modificar y evolucionar un poco la manera en la que mi actitud pueda fomentar el desarrollo del conflicto. A partir de ahora, una serie de posts en los que te explico, con detenimiento, mis acciones para dicho fin.

Pretensiones despasionadas

(28 septiembre 2007)

Llegas a ese momento, el instante exacto en el que las cosas no parecen tener más que un sentido lógico. Te entregas a dicho camino pensando que es lo mejor que te puede pasar. Pero entonces llega ese otro momento, el instante perfecto entre el entrepiso y el sótano de un afamado y próximamente construible conjunto residencial de lujo, cuando te preguntas qué es lo que en serio quieres de tu vida.
No estás contra los horarios per se. No estás contra la idea de empezar desde abajo. Pero si estás en contra de esto que no te apasiona. ¿Qué sería de la vida sin pasión? te preguntas mientras cuentas los minutos entre el microondas del tapanco y la puerta de cristal colindante con la pretenciosa avenida. Cuando esas mismas pretensiones exceden la puerta de cristal para instalarse en la mera esencia de todos aquellos que te rodean, te la piensas dos veces. ¿En verdad a eso aspiras? "Famosa arqui de la zona poniente de la ciudad, a la venta por 10 pesos".
Mientras te cruza la mente el pensamiento dudoso y la vida sigue bullendo donde no la ves, tu paredro (¡Gracias, Cortázar!) pasea por esa ciudad que conoce al dedillo recorriéndola con la pasión que te cuenta más tarde mientras, completamente verde, caes en el pozo de la frustración.
¿Estás dispuesta a sacrificar el vivir por la idea de vivir? Get real, niña, siempre has sabido la respuesta. Y ésta vez no vas a esperar a que te la cuente tu paredro. En sus marcas. ¿Listos? ¡Fuera!

Un poco de superstición, güero...

(22 agosto 2007)

Otra vez tú. Si, tú. No has superado las cosas que le hubiste dicho a Él la noche anterior. Y... ¿si no se arreglara? De repente te cae de golpe esa historia que cuenta Álvaro Enrigue en "Hipotermia", esa en la que habla del escritor a quien se le augura un destino funesto. Un resquicio de esperanza asoma para el mismo cuando ese vidente le exhorta a cambiar su destino. "¿Cómo?" se pregunta el escritor. "Desentrañando al mismo, urgando en sus profundidades y, decidiendo darle un giro" responde el vidente. "¿Cómo?" vuelve a preguntar el héroe. Entonces, con la mayor naturalidad, el vidente le dice que de la forma en la que él reta a la vida, con los métodos que mejor conoce para dicho fin: escribiéndolo.
Y te acuerdas y de pronto no puedes evitar el deseo de escribir, de tratar de encontrar tu propio método de escape. Sabes, desde el primer momento, que no estás hablando de un destino funesto, sino de un suceso que podrías evitar, con mucha felicidad, ver suceder. Y, sólo por no dejar, te decides a escribir la continuación de esa historia que empezó la madrugada en la que tuviste una extraña sensación respecto a Él.
Decides comenzar al atardecer del día siguiente, mientras estás sentada en la sala contemplando esa cañada desde tu ventana. La lluvia cayendo apacible sobre la vegetación. Los árboles, encantados con las húmedas caricias, se dejan envolver en al abrazo de una neblina un poco montañosa. Un pedacito de bosque en medio de tu adorado paisaje urbano (si, lo sabemos, te autodenominas algo parecido a una flor de asfalto). Estás leyendo algo de Laura Restreppo y sostienes una taza de cálida infusión de manzanilla con menta.
Planeas la historia y la vas escribiendo en tu mente. Das un sorbo a la bebida cuando suena tu teléfono. Tienes un nuevo SMS. Es Él, que te dice que te escribe para encontrarte en uno de esos días como hoy, de esos que le gustan tanto. "A foggy and rainy day", he specifies. Tú piensas que te encantaría que él estuviera ahí sentado a tu lado, viendo llover, abrazándote... el frío fuera, para sentir el calor dentro. Comienzan a bromear sobre ese grupo escocés que tanto te gusta Belle and Sebastian y al cual escuchas justo en ese momento. Te llama Belle (B) y le llamas Sebastian (S). Te manda besos como Cortázar y tú le mandas abrazos queriendo emular a Borges.
Te conquista cuando te llama lectora incansable. Pretendes regresar el cumplido llamándolo creador de mariposas, escritor de muchos de tus sueños y fantasías más recientes. Escribes, dentro de tu mente, que tu héroe sonríe al leer ese mensaje y que, entonces, como por arte de magia, recuerda que eres capaz de muchas cosas encantadoras y que debería descartar el considerar seriamente ese comportamiento errático que has tenido la noche anterior.
Das otro sorbo a la bebida mientras sonríes apacible. Si... las cosas han regresado a su sitio. Serás más cuidadosa con los impulsos indefinidos, confiarás más en él y, sobre todo, dejarás tus supersticiones para otro rainy day. Un último pensamiento toma cabida en tu mente mientras miras a la distancia:
Te quiero, güero, ¿no?... más que nada... y quizás, sólo quizás, eso también importa...

Lo siento, güero, más que nada...

(22 agosto 2007)

Estás ahí, sentada a su lado. Contemplas los autos pasar por la ventanilla del asiento del copiloto. Los vas contando buscando distraerte de esas sensaciones que te embriagan y que aún no identificas por completo. Audi plata, Passat oxford, Ibiza amarillo... La presión dentro de tu pecho se va incrementado sorprendentemente. "¿Qué es?" te preguntas mientras pones esa cara que acostumbras en momentos de tensión. La frente fruncida y la mano reposando sobre los labios que no saben qué decir o qué no decir hasta que encuentren las palabras precisas.
Él te pregunta, con una mirada preocupada, qué es lo que te pasa. No aciertas a contestar. Dices "nada" y él, nada ingenuo, sabe que, en una mujer, nada, es todo. Pero no dices nada porque estés molesta. En esta ocasión, lo usas porque, VERDADERAMENTE, no sabes qué es esa sensación que te genera tanta angustia. No quieres parecer demasiado aprehensiva. No puedes. No quieres echarlo a perder. VA TAN BIEN.
Él intenta bromear contigo y finge que el auto se dirige directo hacia algunos otros autos estacionados. Mira tu cara de sorpresa divertido. Sonríes levemente, pero, a los pocos segundos, regresas al mismo rictus angustioso. Él se da cuenta y pregunta nuevamente. Le dices que te preocupan las distancias entre su casa y la tuya. Viven demasiado lejos y no quieres que algo le pase camino a casa; un par de veces se ha quedado dormido entre San Antonio y Periférico. Extiende la mano y hace un pacto contigo para no verte más. Tomas su mano, sellando el trato y te dice que era broma, pero que ahora tendrá que ser cierto porque él no falta a sus tratos. Suena fuerte "Temblando" de los Hombres G en el estéreo y te descubres, igualmente, temblando. [Sientes un enorme deseo de llorar].
Se estaciona frente a tu puerta y te mira mientras le miras de vuelta; las pupilas entrelazadas. Buscas, frenéticamente, las llaves dentro del bolso que llevabas hoy. Las sientes raspar las yemas de los dedos y las tomas en la palma apretándolas fuerte. Él, cansado, cierra los ojos apenas un minuto. Cae profundamente dormido por diez minutos en los que no consigues quitarle los ojos de encima. Por alguna razón, flota por tu cabeza ese poema de Jorge Charpentier que tienes escrito en tu pared (lo escribiste hace ya mucho tiempo en una tarde lluviosa), "No te me mueras pronto". Lo repasas en pensamiento:
No te me mueras pronto
¿Con quién tendría el amor de las palabras?
¿Con quién hacer la historia de mis dedos?
¿Con quién dejar el sueño vespertino...
cuando la tarde moja acalorada tu frente en mi mejilla?
¿A quién decir la dulce geografía de la luz apagada?
¿A quién helar de luz en el cielo del invierno?
Falta le harás a mi garganta para nombrarte en diálogo.
Si te me mueres pronto... ¿Con quién destruyo el tiempo?
Por supuesto, espantas el poema al instante, junto con los pensamientos que conlleva. Lo observas una vez más y tus dientes se posan alrededor del dedo índice de la mano izquierda. Abre los ojos sobresaltado. Te intenta abrazar pero dices que es tarde. Siente tu rechazo, se yergue inmediatamente y dice que, si no van a hablar, entonces mejor se va. Abre la portezuela del auto mientras bajas la mirada y haces lo propio. Bajas presurosa y lo encuentras sosteniendo la portezuela de tu lado para que puedas tomar tus cosas y descender del vehículo.
Se despide mientras no consigues mirarle. "Ciao" te dice cansado y tú no consigues articular la despedida. Abres un poco los labios, pero los sonidos se rehusan a salir. Vuelve a preguntar qué es lo que te pasa. Dices "nada". Arquea las cejas y dice "no me la creo, pero ok". De pronto un impulso. Te lanzas sobre él con una desesperación no anticipada. Te enrroscas alrededor de su cuello y no quieres soltarle. Y entonces, en tu desesperación por no dejarle ir, tu mente se obnubila por completo y tu desperación te orilla. Abres la boca en el segundo menos esperado y haces la solicitud más estúpida que has hecho jamás. Te arrepientes nomás la escuchas ser pronunciada.
Él, evidentemente, contesta ofendido y te pide que jamás digas una tontería de tal nivel de nuevo. Lo miras y no abres la boca. Seguro estás sonrrojada. Puedes sentir el calor, y el color, subir por tus mejillas antes blanquecinas. "¿No vas a decir nada?" te pregunta con evidente desesperación mientras rehuyes su mirada, completamente apenada. Vuelves a abrir la boca y culpas a tu miedo por dominar tus palabras. "Es que... es miedo... y esteeee... es...". Te das por vencida. Cierras la boca, los ojos. Respiras. Inhalo, exhalo... inhalo, exhalo... Por fin un rezago de consciencia y actividad cerebral: Escucha, lo siento, yo... no pensé antes de hablar. No estoy siento asertiva, he dicho muchas estupideces por una sola noche. Discúlpame por favor. Quizás lo mejor es que me meta ya a casa."
Él esta de acuerdo contigo. No has sido asertiva. Lloras de pena, lloras de frustración. LLoras sin razón, lloras porque si. Lloras, ¿por qué no? Te abraza de nuevo y lo besas apasionadamente. No quieres soltarle. Te mira a los ojos y sonríe. SABES que te quiere como tú le quieres. Lo sientes. Aunque esta noche no te lo haya dicho, esta noche lo sientes con mucha fuerza. Instantáneamente te arrepientes de cualquier comentario previo y te fundes en sus brazos con completa soltura.
Te manda a dormir y accedes. Necesitas descansar. Se besan largamente, interminablemente. Bajas a casa y, en cuanto te pones la pijama, le envías un mensaje donde, nuevamente, te disculpas y, a la vez, le instas a mantenerse despierto. Contemplas la habitación a medio pintar mientras le mandas, una docena de minutos más tarde, otro mensaje: "Lo siento, güero, más que nada, ¿no? (haces uso de esos elementos con los bromea contigo) En verdad me importas. Y si... te quiero." Hasta que cierras los ojos, media hora más tarde, no has recibido respuesta.
Amaneces más tarde de lo esperado. Programaste la alarma mal. Lo primero que haces es buscar el teléfono celular. Cuando lo encuentras, encondido bajo la almohada, te levantas con él. Lo dejas en el escritorio frente a la ventana. Suena: Has recibido un SMS. Ves el nombre del remitente. Es Él. Te avisa que llegó a casa tras una larguísima noche; el trayecto de tu casa a su casa se complicó. Contestas. Más tarde, te llama. Te explica que terminó con dos neumáticos y dos rines destruidos por causa de una de las muchas grietas de nuestra hermosa ciudad. Llegó a casa a las 5:30 am después de una larga caminata en busca de una forma para localizar una grúa luego de que su teléfono celular se quedara sin pila. Pero esta bien y, por un segundo, eso es todo lo que importa. Lo sabías, lo sentías. Pero... ¿Qué más da si lo sabías o él lo sabía o los dos lo sabían?
Está bien. Y, realmente, MÁS QUE NADA, eso es lo único que importa.

Tú MUDO/ Yo, ENMUDECIDA

(9 agosto 2007)

A pesar de que aún sentía las vibraciones retumbando en el oído, me aproximé despacio hacia tu cuerpo tendido:
- ¿Me repites lo que acabas de decir?
- Hmmm... no
- Vamos, [INSERTE NOMBRE AQUI], dime, por favor... ¿Qué dijiste?
Te diste la vuelta y halaste mi brazo con cuidado una vez más dirigiéndote a mi con un murmullo que se sentía como un quejido quedo: "Ven, no te vayas, por favor... abrázame". Acaricié tus labios [esos mismos que he probado con mariposas aleteando en mi pancita] preguntándome si eso que tenía la impresión de haber escuchado jamás se había escapado de los mismos. Si no habría sido, pues, sólo mi ansiosa imaginación. Quizás, cavilaba en mi ensimismamiento, hubieran sido mis deseos de que lo dijeras... Pero entonces...
Un miedo frío recorrió mi columna vertebral mientras me preguntaba si, en una de esas, era yo la que lo había dicho, pero, como tú no habías contestado, mi mente magistralmente había cambiado la realidad haciéndome pensar que el que lo había dicho sin una respuesta del otro habías sido tú. Quizás era la única forma que encontraba mi cabeza para tolerar el haber cometido la imprudencia de decir en voz alta eso que sentía a gritos en mi interior desde que me senté junto a tu mareada figura en ese mobiliario aéreo.
¿Se lo dije, realmente? ¡Por Dios! Los engranes mentales moviéndose prestos y lo párpados cerrados escondiendo las pupilas que, completamente desorbitadas, sintieron verguenza de mirarte después de sendo atrevimiento. La frente fruncida pensando en la mejor forma de arreglarlo todo en apenas unos pocos segundos... ¿Qué hacer? ¿Qué hacer?
Ya sé, pensé para mi misma, y... ¿si agrego algo al comentario esperando que la frase se componga? No sé, qué se yo... hmmm... le podría decir:
"[FRASE]... tomar la temperatura, ya sabes para saber si estás bien..."
O quizás:
"[FRASE]... preguntar si crees que me puedas dejar en casa en cerca de media hora porque mañana salgo a Malinalco temprano por la mañana"
Preferentemente algo como:
"[FRASE]... decir que ha sido una noche estupenda..."
Pero no... no caerías en eso. Un maestro de las letras, aún en estado dudoso, entendería que esos complementos serían sólo patéticas patadas de ahogado. Pero, de pronto... Hmmm... punto dos... si alteré una realidad, es posible que esté alterando otra y la que esté recostada, pie haciendo tierra y mundo girando alrededor, sea yo. ¡Y entonces la brillante solución! A falta de respuesta de tu parte a aquello que te hube confesado, ocupemos esa justificación que no uso pero que, en emergencias, podría tener algún sentido: "Oops, estaba en estado inconveniente, no recuerdo nada de lo que dije...". ¡Ay no! ¡Qué ridículo! Jamás en mi vida me he justificado con esa excusa absurda de las lagunas mentales y no voy a empezar ahora. ¡Ah, ya sé! Voy a completar la frase como:
-[FRASE]... mamá.
Y mientras lo digo, moveré la cabeza de un lado a otro fingiendo que algo me ha caído perfectamente mal y que me encuentro en un estado de semiconsciencia aletargada...
Abrí los ojos. Tengo una mente activa pero aún no desarrollo mis poderes como modificadora de la realidad. Seguías acostado con los ojitos cerrados y mis deditos curioseando entre los pliegues de tu cuello en reposo. Te di un rápido pero enfático beso en la frente. Pensé que pensaba demasiado y que lo mejor sería dejarte descansar. Voltee la cabeza decidiendo dejar de lado el suceso y pensando que si, tal vez no lo habías dicho, pero yo había querido escucharlo. Hice el ademán de levantarme y tomaste mi mano fuerte: "No te vayas, quédate conmigo, ¿si? Anda... ven...". Te encorvabas sobre ti mismo y separabas los brazos insinuando entre ellos una cavidad en la que mi cuerpo embonaría perfectamente. Me deslicé hacia ti hasta que te tuve muy cerca. Sentía tu respiración agitada al lado de la oreja izquierda... Apenas un susurro...
"Te quiero..."
Si, si lo habías dicho.
"Y yo te quiero a ti, [INSERTE NOMBRE AQUÍ], y yo te quiero a ti..."

Shopgirl vs. Archgirl

(2 agosto 2007)

No pude resistirme... Tenía días y días, muy probablemente semanas, sin prestarle atención alguna. Pero hoy, al levantarme de mi muy confortable cama (porque la señora encantadora que nos ayuda con la limpieza doméstica me lo sugirió, para poder darle una limpiadita a mi habitación), en lugar de mi usual acto de abrir un libro, me dirigí a la habitación de mi madre, donde hay una pantalla encantadora lista para ser encendida (en mi habitación no hay TV, sería useless). Comienzo revisando la guía de programación... TV nacional... hmmm no... A ver si, los canales de series... no pues... ¿Para qué? Si hace años que no les doy seguimiento... Hmmm... MTV? Nada... ¡VH1! Pero tampoco nada de mi particular interés... Ok, canales de películas... buscando y buscando más... HBO, Cinecanal... ¡Movie City!
Bendito canal que me puso, frente a frente (dos veces, recordemos que tienes MC este y MC oeste), con una película que moría por ver de nuevo y que justo ayer por la noche añoraba tremendamente, después de mi extenuante recorrido por el zoológico de la Ciudad de México. Una película que, si me encantó desde la primera vez que la vi, al verla de nuevo (y quizá un poco por mi situación amorosa actual) me ha conmovido tremendamente: Shopgirl aka "Chica de mostrador".
"How is it possible, he wondered, to miss a woman whom you kept at a distance so that, when she was gone, you wouldn't miss her?" culmina grave Steve Martin como narrador de los pensamientos del personaje que interpreta: Ray Porter. Una frase con una gran fuerza y que engloba, en pocas, poquísimas palabras, la emoción tras la acción de esta película. En ella, el ya mencionado Ray Porter, un hombre maduro y, a todas luces, pudiente, elige (si elige) a una joven mujer de nombre Mirabelle Buttersfield para tener con ella un amorío casual. Sin embargo, como siempre, las cosas se complican y nada es como se esperaba. Evidentemente, culmina en una separación.
Ciertamente, Ray tiene a su favor el haber tratado de dejar las cosas claras con ella, sin embargo, hay algún punto de no congruencia bastante discutible. Las palabras y las acciones de este fantástico personaje se contradicen unas a otras, mientras Mirabelle, ansiosa por encontrar el amor, su perfect counterpart, también se deja llevar y, arrobada por la emoción de este excitante romance, se rehusa a comprender el verdadero estatus relacional. Mientras Ray pretende que ella comprenda sus palabras sobre mantener su relación abierta y relajada, comparten un año de su vida en el que él no sólo se dedica a compartir eróticos momentos con ella, sino que la cuida, la protege, le dedica tiempo, dinero y espacio. Se vuelca hacia ella para procurarle todo tipo de atenciones y, alguno que otro, plan a futuro. Mirabelle, emocionada, se deja llevar y se enamora perdidamente del hombre. El hombre que, curiosamente, no planea darlo todo. Go figure.
Ray aclara una y otra vez, para si mismo y su terapeuta que esa relación no es algo serio, sino un fenómeno fugaz, puesto que ella es demasiado joven para él y él es demasiado ocupado para ella. Ella, por su parte, trata de comprenderle y, asertivamente, se percata del miedo a la intimidad que él tiene... Pero no es suficiente. No importa cuánto ella le comprenda, él no esta dispuesto a soltar prenda. Evidentemente, alguien va a salir lastimado. Y la frase final de la cinta:
..>
"Only then does he realize that wanting part of her and not all of her had hurt them both and how he cannot justify his actions except that... well... it was ... life"..>
Y aqui, evidentemente, es donde uno se pregunta qué tanto se puede hacer con alguien que no quiere involucrarse emocionalmente... Las acciones de Ray no son congruentes con las palabras que dirige porque las acciones son afectuosas, cercanas... inclusive, promisorias. Sin embargo, hay otras ocasiones en las que, el patrón de concordancia, esta al revés. Las palabras sugieren relaciones de importancia, de trascendencia, un futuro quizás planeado, deseado... las acciones... son otra historia. Pero vaya, mi punto, ya sabes, es que en ninguno de los casos se encuentra congruencia como yo la concibo. Lo que a mi me parecería que la congruencia es. Y entonces tienes a este personaje, rico en matices, como Mirabelle dejándose llevar en sus ganas por vivir. Empieza como una chica tímida, pero conforme avanza la cinta, la vemos evolucionar hasta convertirse en esa mujer que puede disfrutar de sus pasiones por completo, porque, al haber vivido por Ray una de las más grandes, abre en si las ganas de explorar el resto. Se adentra en el arte, se permite luchar, cambiar, mejorar. Inclusive volverse la mujer valiente que, finalmente, toma la decisión de dejar a Ray cuando éste, en una escena terriblemente bien lograda, hace un comentario sobre la carencia del futuro entre ellos.
Golpes de realidad. Habemos algunas personas que necesitamos adecuarnos a la idea del desprendimiento. Que no bastan los pequeños síntomas, sino que necesitamos el gran momento, ese punto álgido que, como despeñadero, lanza las ilusiones respecto a determinado proyecto o suceso por la borda. No es el pequeño detalle, es el gran golpe... Es la verdad dicha de frente... o, quizás, ese instante, tras las contemplaciones, en el que se toma el valor necesario para llevar a cabo las acciones requeridas. C'est fini.
El punto, finalmente, es que... ¿cómo saberlo? Tan difícil parece, que Mirabelle se ve atraída a entablar una relación con el anteriormente patético Jeremy que, impulsado por la misma Mirabelle en el pasado, regresa en su versión reloaded y que, aunque no la apasiona con largas charlas sobre literatura o con la idea de indagar en su mente (ah... jajaja esa no era Mirabelle, esa soy yo), si le ofrece algo real y entregado (todavía no encontramos a ese candidato 2, porque, de hecho, no lo estamos buscando). Por supuesto... siembra la duda: De tener que elegir, ¿Qué elegiríamos: el romance apasionado y fugaz o el amor tranquilo, apacible?
Era una de mis pláticas recurrentes con mi mejor amiga. La elección entre el amor de río o el amor de lago. El amor de río siendo ese de grandes corrientes, siempre en movimiento, renovando a su paso... pero desgastando con su fuerza brutal las piedrecillas del fondo... O el amor de lago, calmo y quedo, quizás profundo pero sin movimiento, rutinario, estable. ¿Qué elegirías? Tender al amor de río era mi opción 1 de forma invariable. Siendo mujer de pasiones desmedidas y profundas intensidades, el amor de lago me resulta aburrido, cansado, monótono y, sobre todo, algo con lo que no creo poder vivir el resto de mi vida, sin pasión, sin el deseo animal de lanzarme sobre mi chico en 40 años con el mismo deseo ardiente (aunque fuera mucho más en la mente que en las habilidades físicas) que podría hacerlo el día de hoy. No hablo de que no sea un solo hombre... planeo en el futuro, pasar mis días y envejecer con un solo hombre, por lo tanto, hablo de la idea de que, hasta con un solo hombre, se pueden pasar 40 o 50 años de pasiones desmedidas, de renovaciones arrobadoras y de continuas conquistas y reconquistas. Entonces entraba la pregunta 2: ¿Y el desgaste de las pasiones? Surgió, inminente, la categoría 3: el amor de mar.
El amor de mar se manifiesta como ese amor que a veces es apacible y tranquilo y a veces desata tempestades. Profundo e inmenso, el amor de mar parece ser la respuesta perfecta (ver post La letra muda). Sin embargo, a veces parece que el océano nomás no se quiere dejar y que regresa al marinero a la costa apenas el mismo se prepara para indagar en las profundidades. ¿Qué no ves que si no me dejas, no puedo amarte?, pareciera querer gritar el marinero desde la costa. El mar promete días de sol y y deliciosas exploraciones, pero tan pronto el marinero se la cree y esta dispuesto a la zambullida, el mar resiente de nuevo la extraña presencia y, aterrado de mostrar su sorprendente interior, desata remolinos y cansados oleajes de los que el marinero sale agotado. ¿Cuántas veces debo tratar de lanzarme a conocerte pese a ti mismo? ¿Cuántas veces -diría el marinero- tengo que lanzarme hacia ti para que rehuyas de nuevo?
Respuestas inciertas, futuros dudosos. Deseos intactos, ilusiones... curiosas. Si al llegar al punto final uno ha determinado que la otra persona no le ama (eso no hay que preguntarlo, eso se nota con acciones), quizás la única salida sería hacer como Mirabelle... que pregunta extenuada:
"Why don't you love me? Are you just biding your time with me?"

Sueños epidérmicos

(18 julio 2007)

Desperté y tenía la sensación de qué, si volteaba, estarías a un lado. Aún tenía, en las yemas de los dedos, fresca, la sensación de tu piel. Estábamos en un mar turquesa con arena pálida. Comenzaba a atardecer y distintas personas, de esas que conocemos tan bien, iban y venían, preguntando cosas, buscando otras tantas. Tú me mirabas y yo sabía que todos estos años no habían sido en vano.
Ayer hablaba con un querido amigo sobre las sensaciones de la piel, el lenguaje que la misma habla cuando no la ves. Y ahí la tienes, quietecita, sin hacer ruido, modificándose de tanto en tanto... siempre renovándose. Y cuando menos la esperas, basta apenas un roce para que la misma acalle al resto de las voces. Apenas un microsegundo para que todo aquello que llamamos razonamiento se pierda en el infinito y queden sólo las sensaciones de esa piel que ahora habla, grita, se retuerce y, orquestando los demás sentidos con exquisita armonía, nos lleva a los límites más febriles de exploraciones y galaxias.
Y así, hablando de la piel, soñé con la tuya. Maravillosa piel de nieve que te envuelve y te contiene. Será la cantidad de veces que la he tocado, recorrido, contemplado. Será que, al paso de los años, sigo añorando tus brazos apretándome fuerte, halándome hacia ti, desesperados por cobijarme.
Serían mis dedos entrometidos resbalando por tus cejas; tus dedos curiosos paseando por mis hombros desnudos. Cada que me tocas me haces descubrir una nueva sensación. Hasta en sueños. Sueños donde la piel, la tuya, la mía, siente la cálida brisa que viene desde aquel mar inmenso y reacciona humedeciendo toda su superficie. Humedad que descubren tus labios que pasan, abstraídos, desde mis labios hasta la línea del cuello donde pierdo noción de lo que está sucediendo y me entrego por completo a tus respiraciones, contándome secretos y planeando maravillas con mis poros atentos y extáticos.
Las personas siguen pasando a nuestro alrededor y ahora estamos sentados en una mesa alta. Me miras desde la misma, y te contemplo parada, abrazándome a ti con toda la fuerza que poseo (luego descubriré que es la almohada queriendo ser tú). Pasas un par de dedos por mi frente, los posas en la misma y lees mis pensamientos. Entonces recorres mi rostro. Sigilosamente, pasan por la nariz y la fijan entre si apenas unos segundos, un apretón ligero a la punta respingada (siempre haz hecho eso...). Un sólo dedo baja hasta los labios y recorre sus contornos; se pasea por sus valles, elevaciones y depresiones. Sientes, entonces, la cavidad de mi boca que, con aliento entrecortado, deja ir en cada suspiro tu nombre. Nuevamente tu abrazo, tu respiración a un lado de mi oreja izquierda. Tus palabras, de más, sugieren que nos vayamos juntos. Que tome tu mano y caminemos hacia algún lugar desconocido donde no nos interrumpan, donde no se pierda el diálogo epidérmico. Apenas comprendo. Me dices más cosas con la mirada y esas las entiendo perfecto. Tomo tu mano y, así, asida a tu cuerpo, camino a tu lado, donde sumergiendo los pies en la arena, siento tu calidez reposar sobre mi espalda. Nuestra mirada, hacia el mismo punto distante. Me pregunto en pensamiento si estaré así contigo, again. Te miro como nunca... como siempre.
Desperté y tenía la sensación de que, si volteaba, estarías a un lado...

Della famiglia e della morte

(15 julio 2007)

Siempre he encontrado peculiar la forma en la que nos relacionamos con la muerte. Si, si, hablo de la relación que establecemos con el fenómeno de la muerte, como tal, y las asociaciones que la misma tiene dependiendo, principalmente, de la cultura en la que nos hayamos criado.
Se dice que los mexicanos tenemos una relación de amor/odio con la muerte; la burlamos, la llamamos, la hacemos nuestra, nos hacemos suyos. Le hacemos fiesta, tango, baile... le cantamos, le soñamos, le tememos, le rogamos y hasta hay quienes le encomiendan milagritos.
Tengo la fortuna de ser parte de una familia tremenda. La familia por parte de mi madre es especial en más sentidos de los que pueda mencionar en breves letras, para ellos, otro post, otro día. Hoy, será para la familia de mi padre y la relación que estos singulares individuos tienen con la muerte. Será, de tal forma, una narración a manera de briefs en los que cuento, de pura memoria, algunos de los momentos en que la morte se ha aparecido tenebrosa, sólo para salir aterrorizada....
Caso 1: FUNERAL DE MI ABUELA MARÍA
Segunda gran pérdida tras la del abuelo José. Mi abuela María siempre fue tremenda con todos. Sus nietos, personas cínicas e irrespetuosas nos dirigíamos a ella como "María", "Mariquita", "María, la de la pata fría", "Agüela", etc... y ella, sentada en su sillón contestaba "¿Qué pasó?¿Ora qué?". Fan de las telenovelas del 2 desde que tengo memoria, la abuela María era un ícono en cualquier espacio que osara ocupar. Por alguna razón que no me explico, toda empleada doméstica que la conocía moría de ganas de trabajar para ella, y hasta a las que no les pagaba (recuerdo a Bertha, la empleada doméstica de los vecinos de enfrente, espía de mis travesuras infantiles...) se desvivían por ser parte de su séquito. En sus mejores épocas, viviendo en su casa de Tangamanga (en S.L.P.), salía a la tienda de "Doña Pola" con sus dos empleadas/damas de compañía por delante y las dos empleadas de la casa de junto por detrás... go figure... mi abuela con guarros. Simpática viejecita encorvada flanqueada por una mujer de tremendas caderas y desbordante fanco frontal, una flaca como estambre y dos que pasaban por el mundo sin pena ni gloria
Muere mi abuela y tras la primera y sensible impresión de la pérdida, ocurre el fenómeno trágico: llega la madrugada y toda la familia reunida sigue en funeral... No suena tan mal, ¿cierto? No. Todo parece encantador. Mi querido Marco juega con mi hermana Arantxa y la distrae mientras se hacen los rezos; todos lloran. Un funeral normal. Hasta que te enteras que, más tarde, mientras algunos tratábamos de dormir (yo tenía examen final de mecánica al día siguiente), la tía Rocío y la prima Paulina le quitan a todos los zapatos, los esconden, y, haciendo uso de un brillante rouge me pintan sendos círculos rojos en las mejillas. A la mañana siguiente, mientras busco mis botas, apenas me da tiempo de lavarme los dientes y corro al Tec como enferma... llego al examen un segundo antes de que cierren la puerta... pero perfectamente a tiempo para que todos contemplaran mi look: TODA DE NEGRO CON LA CARA PERFECTAMENTE DISFRAZADA DE MUÑECA DE PORCELANA. A mi regreso a la funeraria, el pandemonium ya se desató: mis primos pequeños corren alrededor del ataúd, que tiembla sobre el entarimado donde apenas cabe de entre tanto arreglo floral. A alguien se le ocurrió meterle al ataúd una fruta y la misma yace aplastada entre el cristal y la tapa. Mi primo Miguel Ángel reparte quesadillas y toma la suya para ir a deglutirla sobre ese mismo cristal desde donde se mira, debajo y expectante, mi abuela. Mi prima Pau cuenta cómo en la madrugada mi tía Rocío quería llevarse a mi abuela a pasear y ella contesta orgullosa: "si, yo le decía que la iba a llevar a pasear, pero no me contestaba la muy grosera, muda y seriecita"...
Mi primo Jesús Manuel hace cadena en la entrada y dice que "ZERO NACO POLICY", alguien más propone ir por unos drinks... los chistes no se hacen esperar y la muerte se vive con gozo, así como mi abuela vivió su vida... Nada menos para la única abuela que alcahueteaba a sus nietos diciéndole a sus propios hijos que dejaran a los nietos a cuidarla y éstos, al partir los padres, se quedaban solos con la abuela que sacaba los billetes para el tequila y te enseñaba a fumar con sus cigarros Fiesta (creo que soy su gran decepción... jaja). Una agüela como ninguna otra ¡¡¡Te extrañamos, María!!!
Caso 2: FUNERAL DE MI TÍA ABUELA VIRGINIA
Mi tía abuela Virginia, la última hermana viva de mi abuelo José, murió ayer por la mañana. Una muerte anunciada, ciertamente. No por ello, menos penosa. Sin embargo, no vamos a empezar ahora a fingir que nos tomamos la muerte como algo serio, ¿cierto?
Mi hermano y yo llegamos a la funeraria donde una buena parte de la familia ya esta reunida. Mientras desciendo del auto, mi tía Pita me grita desde el balcón "hey, niña, identifícate", la miro, sonrrió y accedo... Subiendo la primera escalera mi primo Miguel, mi prima Gaby, su hermana Mariana y el novio de ésta última, Omar, nos esperan comiendo una gran bolsa de papas fritas y pareciendo, más bien, entes de la mejor fiesta de la temporada. Todos traen ropa de colores contrastando con mi look in black. Me reciben con un tremendo saludo y mi hermano va al grano: "bueno y... ¿dónde están los drinks?". Contesta Gaby "Uyy... te los perdiste hace rato trajimos algo del super, pero llegan muy tarde". Ni modo. Nos conformamos con enterarnos de los chismes más correosos que se puedan contar mientras me invitan a pasar a la ver a la difunta tía que porque "veeeela, se ve super creepy". Me acerco al ataúd despacio, y entonces se acerca mi tía Rocío y me dice "hmmm... se ve rara, ¿no? En esta funeraria no maquillan bien, se ve pálida, hasta parece muerta". Nos reimos en carcajadas sonoras. La tía Rocío, con una personalidad extrovertida y divertidísima, no para, continúa frenéticamente: "si, le traté de decir cuánto la quería, pero la siento distante... la siento... FRÍA" Más y más risas...
Mi tío Javi y yo comenzamos a contarnos chismes sobre mi escritor sex symbol preferido: Xavier Velasco. Eran amigos antes, en la agencia (si si la de Pig) y cada que lo veo, le pido me cuente más relatos. Esta vez, yo también le comparto, entre risas, mis propias experiencias al conocer al famosísimo Xavier. Le doy el contacto que Xavier me ha pedido le de y le pido que, si llegan a salir a algún lugar apto para una chica decente, me avise. Él sonríe, divertido "noooo... entonces seguro no puedes ir... jajaja". Mi padre me mira molesto, preocupado por mi insistencia en tener un affair con el afamado escritor (aunque papá no sabe que pretendo el affair, no de cierto, sólo lo intuye.. y como conoce, también, a Xavier de sus juergas, no le causo la menor gracia).
Comienza, en la planta baja, supuestamente lejos de los atentos oídos de los de arriba, una discusión sobre la vida sexual de los primos que, por supuesto, todos los tíos del balcón escuchan entretenidos. Un empleado de la funeraria se nos acerca miedoso: "¿Están aqui con la señorita Virginia?". Las risas no se hacen esperar mientras mi primo Miguel pregunta "¿Le consta que seguía siendo señorita? Soltera si... señorita... quién sabe..." y mi prima Gaby, orgullosa hija de Rocío, remata "Si, que no ves que era VIR-GI-NIA". Planeábamos un escape a la función de medianoche de estreno de Harry Potter, pero en pleno miércoles, la cosa se complica y los papás dicen que cada quien a su casa. A los vivos si hay que tenerles respeto.
Caso 3: MISA DE LA TÍA ABUELA VIRGINIA, CREMADA HORAS ANTES
La misa es particularmente densa y por momentos miro a mi padre cabecear. Yo hago lo propio inventándome historias mientras el sacerdote recita versos en los que, a estas alturas, ya no confío del todo.
Termina la misa y salimos. Mi tío Carlos, esposo de mi tía Pita, con la que hube pasado el día, carga la urna tremenda. Tía Eugenia, su marido, tío Julio y yo caminamos contándonos las últimas tendencias en esmaltes de uñas (amo las uñas rojas, rosas, negras o french) o lo hermosa que era mi falda a rayas azul y blanco.
Mi padre comenta cabizbajo que a la tía Virginia le hubiera encantado que esparcieran sus cenizas por una vieja hacienda familiar donde pasaron su infancia ella y mi propio abuelo. Todos se miran y asienten. Pero entonces alguien comenta que el problema sería situar la hacienda y luego despositar a la tía en el río que cruza la misma. Tomamos una sabia decisión en conjunto: TIREMOS A LA TÍA AL LAGO DE CHAPULTEPEC.
Apenas el martes por la noche escuché, de un reportero de un diario de prestigio, que las truchas que se fueron por la grieta que se abrió en en el ya mencionado lago aparecieron en Tlalnepantla y dedujimos que, de haber sido comestibles, ahora sería una zona re-turística estilo La Marquesa, con puestos donde te dejan pescar tu trucha del canal de drenaje y te la cocinan en medio tambo relleno de estopa con gasolina (algo sabroso, "pa' que amarre").
Entonces propongo la idea, orgullosísima: si las truchas pudieron, mi tía abuela podrá. "¡Tirémosla a Chapultepec!", grito de nuevo, jubilosa como si propusiera la entrada al paraíso de mi tía de la mano de San Pedro. "Seguro, en un tiempo indefinido, la tía abuela acabará llegando al riachuelo que corre por la famosa hacienda de la infancia". Mis tías me miran encantadas con el plan. "Si no", comenta mi tía Eugenia, "Acaba en Cuemanco y sigue estando padre". Reímos frenéticamente mientras agrego uno más: "o... si no, acabaría en las playas del D.F de nuestro querido gober, y entonces en vez de decir "¡Ahí viene la ola!" podemos decir "¡Ahí viene Virginiaaaaaa!""
Todos acordamos que es perfecta la idea hasta que mi tío JUlio se pregunta si, no muy contento con la decisión de que echemos a la tía al lago, cierto político nos caiga al tiro: VOTO X VOTO, CENIZA X CENIZA. Y entonces si... entonces si, eso se podría poner macabro.