miércoles, 20 de mayo de 2009

¡Es taaan Edward!

(10 marzo 2009)

Pasa muchas veces que, mientras leemos un libro o vemos una película, alguno de los personajes nos atrapa de una forma particular. Esta atracción tiene que ver con diferentes factores: que nos identifiquemos con el personaje o que lo identifiquemos con alguien que nos llame la atención de forma particular,con que tenga algo que nos gustaría ser o tener y de ahí para adentro, muchísimas posibilidades subjetivas. Sin embargo, existen otros personajes, esos que no sólo nos atrapan a cada uno de nosotros por separado, sino a la generalidad. Personajes perfectamente delineados y planteados, redondos quizá. Personajes que están creados para ser los poseedores de muchos de los ideales que nos planteamos como sociedad.

Dicha selección de personajes, que sólo se consagran con el tiempo, van dejando referentes de acuerdo a la forma en la que detallan, mientras más mejor, la conjunción de ideas de un tiempo, de una época. Son una huella viviente e inmortal (en este caso, literal) de una sociedad, incluyendo en ellos los sueños y esperanzas de la misma, para bien o para mal.

Aunque tal vez haya a quien le de por patearme por lo que escribiré a continuación, hay algunos de esos ídolos ya forjándose en la época contemporánea. Lo que para nuestros padres era el mago Merlín, para nuestros hijos lo será Harry Potter. Lo que para nuestras abuelas fue Rhett Butler, para mi hermana menor parece ser Edward Cullen. Para ella y para, por lo menos, las 3 mil niñitas que se fueron a parar a verlo cuando vino a Santa Fé a firmar autógrafos. (Ok, admito que mis hermanas y yo fuimos luego al Cocktail de la película y que ellas hasta foto tienen y que yo lo tuve a 30 cms y que el mocoso esta re-guapo. ¿Lo curioso? Nadie se acordaba de él como Robert Pattinson, el ser humano, todos, absoltamente todos, se referían a él como "Edward" o "El vampiro", de donde viene la verdadera fama.).

El personaje de Edward Cullen es el del hombre perfecto. Bueno, hasta diría mi abuela que más perfecto porque su defecto más grande es evidente y no esta tan escondido que te enterarás a los 45 años de casados: es vampiro. Fuera de ese pequeño detalle (al cual, no finjamos, la literatura universal siempre le ha dado destellos de erotismo y pasión), el hombre es absolutamente perfecto: extraordinariamente guapo, sexy, encantador, culto a morir, tiene como 37 carreras, entre ellas medicina, letras y filosofía, es encantador con la familia, protector, dedicado, comprometido, con la madurez de un distinguido anciano pero la vitalidad de un mocoso de 17 años, la sabiduría de mi profe de ZhiNeng y la justa medida de arrebato: PER-FEC-TO.

Quizá por eso, hace cerca de dos semanas cuando llegó mi hermana muy emocionada a contarme que había conocido a un interesante especimen, al hablar de sus cientos de cualidades, resumió todo es una sóla frase: "¡Ay! Es que es tan... ¡Es taaaan Edward!".

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