miércoles, 20 de mayo de 2009

Shopgirl vs. Archgirl

(2 agosto 2007)

No pude resistirme... Tenía días y días, muy probablemente semanas, sin prestarle atención alguna. Pero hoy, al levantarme de mi muy confortable cama (porque la señora encantadora que nos ayuda con la limpieza doméstica me lo sugirió, para poder darle una limpiadita a mi habitación), en lugar de mi usual acto de abrir un libro, me dirigí a la habitación de mi madre, donde hay una pantalla encantadora lista para ser encendida (en mi habitación no hay TV, sería useless). Comienzo revisando la guía de programación... TV nacional... hmmm no... A ver si, los canales de series... no pues... ¿Para qué? Si hace años que no les doy seguimiento... Hmmm... MTV? Nada... ¡VH1! Pero tampoco nada de mi particular interés... Ok, canales de películas... buscando y buscando más... HBO, Cinecanal... ¡Movie City!
Bendito canal que me puso, frente a frente (dos veces, recordemos que tienes MC este y MC oeste), con una película que moría por ver de nuevo y que justo ayer por la noche añoraba tremendamente, después de mi extenuante recorrido por el zoológico de la Ciudad de México. Una película que, si me encantó desde la primera vez que la vi, al verla de nuevo (y quizá un poco por mi situación amorosa actual) me ha conmovido tremendamente: Shopgirl aka "Chica de mostrador".
"How is it possible, he wondered, to miss a woman whom you kept at a distance so that, when she was gone, you wouldn't miss her?" culmina grave Steve Martin como narrador de los pensamientos del personaje que interpreta: Ray Porter. Una frase con una gran fuerza y que engloba, en pocas, poquísimas palabras, la emoción tras la acción de esta película. En ella, el ya mencionado Ray Porter, un hombre maduro y, a todas luces, pudiente, elige (si elige) a una joven mujer de nombre Mirabelle Buttersfield para tener con ella un amorío casual. Sin embargo, como siempre, las cosas se complican y nada es como se esperaba. Evidentemente, culmina en una separación.
Ciertamente, Ray tiene a su favor el haber tratado de dejar las cosas claras con ella, sin embargo, hay algún punto de no congruencia bastante discutible. Las palabras y las acciones de este fantástico personaje se contradicen unas a otras, mientras Mirabelle, ansiosa por encontrar el amor, su perfect counterpart, también se deja llevar y, arrobada por la emoción de este excitante romance, se rehusa a comprender el verdadero estatus relacional. Mientras Ray pretende que ella comprenda sus palabras sobre mantener su relación abierta y relajada, comparten un año de su vida en el que él no sólo se dedica a compartir eróticos momentos con ella, sino que la cuida, la protege, le dedica tiempo, dinero y espacio. Se vuelca hacia ella para procurarle todo tipo de atenciones y, alguno que otro, plan a futuro. Mirabelle, emocionada, se deja llevar y se enamora perdidamente del hombre. El hombre que, curiosamente, no planea darlo todo. Go figure.
Ray aclara una y otra vez, para si mismo y su terapeuta que esa relación no es algo serio, sino un fenómeno fugaz, puesto que ella es demasiado joven para él y él es demasiado ocupado para ella. Ella, por su parte, trata de comprenderle y, asertivamente, se percata del miedo a la intimidad que él tiene... Pero no es suficiente. No importa cuánto ella le comprenda, él no esta dispuesto a soltar prenda. Evidentemente, alguien va a salir lastimado. Y la frase final de la cinta:
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"Only then does he realize that wanting part of her and not all of her had hurt them both and how he cannot justify his actions except that... well... it was ... life"..>
Y aqui, evidentemente, es donde uno se pregunta qué tanto se puede hacer con alguien que no quiere involucrarse emocionalmente... Las acciones de Ray no son congruentes con las palabras que dirige porque las acciones son afectuosas, cercanas... inclusive, promisorias. Sin embargo, hay otras ocasiones en las que, el patrón de concordancia, esta al revés. Las palabras sugieren relaciones de importancia, de trascendencia, un futuro quizás planeado, deseado... las acciones... son otra historia. Pero vaya, mi punto, ya sabes, es que en ninguno de los casos se encuentra congruencia como yo la concibo. Lo que a mi me parecería que la congruencia es. Y entonces tienes a este personaje, rico en matices, como Mirabelle dejándose llevar en sus ganas por vivir. Empieza como una chica tímida, pero conforme avanza la cinta, la vemos evolucionar hasta convertirse en esa mujer que puede disfrutar de sus pasiones por completo, porque, al haber vivido por Ray una de las más grandes, abre en si las ganas de explorar el resto. Se adentra en el arte, se permite luchar, cambiar, mejorar. Inclusive volverse la mujer valiente que, finalmente, toma la decisión de dejar a Ray cuando éste, en una escena terriblemente bien lograda, hace un comentario sobre la carencia del futuro entre ellos.
Golpes de realidad. Habemos algunas personas que necesitamos adecuarnos a la idea del desprendimiento. Que no bastan los pequeños síntomas, sino que necesitamos el gran momento, ese punto álgido que, como despeñadero, lanza las ilusiones respecto a determinado proyecto o suceso por la borda. No es el pequeño detalle, es el gran golpe... Es la verdad dicha de frente... o, quizás, ese instante, tras las contemplaciones, en el que se toma el valor necesario para llevar a cabo las acciones requeridas. C'est fini.
El punto, finalmente, es que... ¿cómo saberlo? Tan difícil parece, que Mirabelle se ve atraída a entablar una relación con el anteriormente patético Jeremy que, impulsado por la misma Mirabelle en el pasado, regresa en su versión reloaded y que, aunque no la apasiona con largas charlas sobre literatura o con la idea de indagar en su mente (ah... jajaja esa no era Mirabelle, esa soy yo), si le ofrece algo real y entregado (todavía no encontramos a ese candidato 2, porque, de hecho, no lo estamos buscando). Por supuesto... siembra la duda: De tener que elegir, ¿Qué elegiríamos: el romance apasionado y fugaz o el amor tranquilo, apacible?
Era una de mis pláticas recurrentes con mi mejor amiga. La elección entre el amor de río o el amor de lago. El amor de río siendo ese de grandes corrientes, siempre en movimiento, renovando a su paso... pero desgastando con su fuerza brutal las piedrecillas del fondo... O el amor de lago, calmo y quedo, quizás profundo pero sin movimiento, rutinario, estable. ¿Qué elegirías? Tender al amor de río era mi opción 1 de forma invariable. Siendo mujer de pasiones desmedidas y profundas intensidades, el amor de lago me resulta aburrido, cansado, monótono y, sobre todo, algo con lo que no creo poder vivir el resto de mi vida, sin pasión, sin el deseo animal de lanzarme sobre mi chico en 40 años con el mismo deseo ardiente (aunque fuera mucho más en la mente que en las habilidades físicas) que podría hacerlo el día de hoy. No hablo de que no sea un solo hombre... planeo en el futuro, pasar mis días y envejecer con un solo hombre, por lo tanto, hablo de la idea de que, hasta con un solo hombre, se pueden pasar 40 o 50 años de pasiones desmedidas, de renovaciones arrobadoras y de continuas conquistas y reconquistas. Entonces entraba la pregunta 2: ¿Y el desgaste de las pasiones? Surgió, inminente, la categoría 3: el amor de mar.
El amor de mar se manifiesta como ese amor que a veces es apacible y tranquilo y a veces desata tempestades. Profundo e inmenso, el amor de mar parece ser la respuesta perfecta (ver post La letra muda). Sin embargo, a veces parece que el océano nomás no se quiere dejar y que regresa al marinero a la costa apenas el mismo se prepara para indagar en las profundidades. ¿Qué no ves que si no me dejas, no puedo amarte?, pareciera querer gritar el marinero desde la costa. El mar promete días de sol y y deliciosas exploraciones, pero tan pronto el marinero se la cree y esta dispuesto a la zambullida, el mar resiente de nuevo la extraña presencia y, aterrado de mostrar su sorprendente interior, desata remolinos y cansados oleajes de los que el marinero sale agotado. ¿Cuántas veces debo tratar de lanzarme a conocerte pese a ti mismo? ¿Cuántas veces -diría el marinero- tengo que lanzarme hacia ti para que rehuyas de nuevo?
Respuestas inciertas, futuros dudosos. Deseos intactos, ilusiones... curiosas. Si al llegar al punto final uno ha determinado que la otra persona no le ama (eso no hay que preguntarlo, eso se nota con acciones), quizás la única salida sería hacer como Mirabelle... que pregunta extenuada:
"Why don't you love me? Are you just biding your time with me?"

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