jueves, 21 de mayo de 2009

Hugo se fue...

Hoy, otra vez, Hugo se fue.

Me sorprende la facilicidad con la que se va. Apenas toma un par de recuerdos y, con ellos a cuestas, se va. No me queda nada por decir cuando esto sucede porque, por principio de cuentas, mi opinión no es considerada en sus partidas.

Hace tiempo ya, Hugo se fue. Se fue en la mañana, al primer rayo de sol. Se fue enfundado en un sweater azul a juego con el auto que conducía. Dijo que iría a tomar nota de una peregrinación mochísima en un cerro cercano a León. En lo que a mi respecta, lo mismo pudo estar reporteando que exprimiendo naranjas en un puesto improvisado o contándole cuentos a los árboles del camino. El punto es que se fue. Se fue y yo no supe de él sino hasta media tarde cuando regresó.

Porque regresó. Regresó enfundado en un sweater azul a juego con el auto que conducía. Y fuimos a comer. Comimos delicioso. Y entonces, el punto importante era que había regresado. Y que yo lo amaba. Y entonces... entonces nada importaba.

Hoy se fue de nuevo. Pero no dijo a dónde se iba. Y yo lo vi salir en medio de la noche y no supe más de él por eternidades. No dijo a dónde fue y yo me hacía ideas sobre su paradero. Me puse una pañoleta en el cabello y sali a preguntar por él. Nadie me supo dar detalle porque nadie sabía de quien les hablaba. Algunos me dieron señas de un Hugo que lucía como él, pero no actuaba como él. Entonces, desesperada, seguí buscando.

Hoy, Hugo regresó. Pero cuando regresó ya no era el que se había ido. Aunque lucía como él, ya no traía un sweater azul a juego con un auto azul. Sus besos sabían diferente y sus ojos estaban nublados con imágenes de algunos otros ojos. Sus palabras ya no eran dulces y su abrazo ya no protegía del sol y del viento. Yo lloré hasta que el mismo sol, que ahora arrecia sobre mi cabeza, seco las lágrimas y el mismo viento las arrastro lejos lejos. Me volví a poner la pañoleta y salí.

Hoy, Allie se fue. Y no va a regresar.

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