miércoles, 20 de mayo de 2009

Request for a book club

(24 abril 2008)

Apenas terminé de ver "The Jane Austen book club" y ya me siento deseosa no sólo de seguir leyendo, sino de encontrar la forma de tener un club de lectura.
La predecible trama nos habla de un club de lectura de (Guess who!! jaja) Jane Austen. Lo que no nos dice el título sobre la trama, aunque podemos sobreentenderlo si hemos visto dos o tres películas de Hollywood, es que los 6 libros que el ya multimencionado club lee y comenta durante el film, son las mismas historias con las que los personajes van hilvanando sus propias vidas.
Quizás, si antes no hubiera establecido una relación con Austen por medio de un par de películas sobre sus libros o por ese tomo amarillento de Mansfield Park que mi abuela nos regaló - a mis hermanas y a mi-, cuando empezamos a leer, motivadas por "Las gemelas de Sweet Valley" de las ferias de libros escolares, pensaría que el personaje con el que más me relaciono es con el de Prudie (y su Persuasion siguiéndola de la mano), pero... quedé absolutamente fascinada con Matthew MacFadyen en su papel de Mr Darcy, así que, sin importar qué tanto más se acomode a mis existencia Persuasion ("about two people that loved each other very much, then stoped and then they try to persuade themselves into loving each other again"), siempre añoraré ser la Miss Bennett que pasee por los prados ingleses de la mano del hermoso y orgulloso Fitzwilliam.
Sin embargo, lo verdaderamente importante, es que me ha hecho pensar en los libros que he leído y en la pasión que le meto a cada uno de ellos. Por supuesto, no todos me han gustado y, por supuesto, muchos de ellos los he regalado para que alguien más los encuentre y haga suyos. Si un libro no me hace vibrar, no es para mi y estoy lista para dejarle ir. Me parece curioso que, siendo así, muchos de mis libros favoritos hayan llegado a mi por casualidad y, también por casualidad, se hayan ido. No tengo una copia de varios de los que han sido mis libros favoritos. No tengo una copia de mi favorito infantil Ramona y su padre, ni una copia de Mal de amores. Le fallo duramente a Velasco al tener todos sus libros ( si, si hasta autografiados), pero no tener Diablo Guardián. Perdí Brida, mi favorito de Coehlo, por equivocación ( si no, por qué más, ¿verdad?)... y no tengo idea de dónde dejé mi hermosa copia de El Padrino de Puzo. Afortunadamente, aún tengo en mis manos el Amour Fou de Breton, 62/Modelo para armar ("... y hablaban de golondrinas...") de Cortázar y Todos los fuegos el fuego, mi cuento favorito. La insoportable levedad del ser, vive sepultada bajo una torre de libros pretenciosos (Demian, entre ellos), pero sus letras yacen de la mano de otras muchas escritas con grafito y rodeadas de estrellas en mi muro. Y por supuesto, el infaltable que provocó una posibilidad de donde sólo había un deseo una cálida noche de verano: Ficciones de mi Borges.
En mi muro, tengo fragmentos de Hipotermia y un párrafo completo de Delirio, un poema de Charpentier (No te me mueras pronto), y unas palabras de Auster. Tengo también unas cuantas frases de canciones de The Beatles y un par de palabras inmortales de Hc (jaja en algunas dice que soy hermosa, las verdades absolutas tienen que ser inmortalizadas, por supuesto jaja).
Y ya que hago recuento, caigo en cuenta de que , salvo algunas excepciones, no me aferro a un autor particular, sino que salto y salto entre varios de ellos. POr supuesto, he leído 5 o más Shakespeares, Borges, Cortázar, Coehlo (si, si, ya sé), Druon, Rowlings jaja y Allendes. Más de 3 Mastretta, Restreppo, Saramago, Auster, Baricco, Calvino. Leí un sólo José Agustín (Vida con mi viuda) en el que casi escupo, justo castigo por leer libros ajenos. Sigo deseosa de comprar el Libro de los Placeres de Clarice Lispector que me recomendó la hermosa Nadia y de lanzarme de lleno a un par de recomendaciones filosóficas que me ha hecho mi padre. Pero, ciertamente, también necesito con quien compartirlos, con quien intercambiar información de los mismos y con quién volverme loca por contar detalles.
En esta época de seres esquizados, la opción de la cafetería (o siquiera de que hayan dos o más personas con el tiempo para leer los mismos libros y luego comentarlos (si, la cultura es una actividad ociosa y lujosa en nuestra bella metrópoli, aún cuando no debería serlo). o de la juntita con queso/vino, parece remota. ¿Será que estamos condenados a los blogs? A plasmar nuestras ideas en un blog donde no se necesitan tiempos específicos o espacios particulares. En el momento que quieras y puedas. Sin más. Así hizo mi hermana Wen y, tan bien le fue, que hasta fue entrevistada por la revista Chilango narrando sus experiencias como promotora online de cultura. Por cierto, hagamos promoción a sus Puras Letras: http://purasletras.ciudaddeblogs.com/ (creo que es esa, si no, corregiré a la brevedad).

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