miércoles, 20 de mayo de 2009

A-S Fuego 451/700

(24 abril 2007)

No sé por qué hoy no consigo sacarte de la cabeza... a veces pasa que, cuanto más queremos evitar sentir, más se arraiga dicha sensación entre los poros... Y cuando pienso en amor, tanto en fracasos como éxitos, no puedo evitar hacerte regresar a mi mente. Al día de hoy, si muriera en este instante: ERES TÚ. Eres el amor de mi vida. Saqué las viejas fotos que nos hubimos tomado hace ya tanto tiempo (quizá no es tanto tiempo, sólo la sensación de tanto tiempo... tus besos parecen tan lejanos, tus manos con esos dedos curiosos entrelazando los míos tan distantes... que a veces se me olvida tu aroma, hasta que busco dentro de mi misma y lo encuentro... porque así siento que fuimos, tú respirando de mi, respirándome a mi, yo respirándote a ti... que tu aroma lo tengo impregnado en la piel, en los músculos y en la sangre que corre por mis venas... te llevo a ti corriendo por mis venas). Fotos donde reimos y nos abrazamos. Fotos donde compartimos las trivialidades de la vida cotidiana... Como si esa cotidianeidad sólo estuviera latente para hacer aún mucho más evidente la magia que compartíamos. ¿Alguna vez notaste cómo brincábamos de entre nuestro contexto? ¡Cómo nos brillaban las pupilas de saber que el otro existía! ¡Cómo sentía la vida abrumadora dentro de mi, alrededor mío, cada que te acercabas! Como pequeños niños en la mañana de Reyes... Compartiendo tus misiones colonizadoras por geografías inciertas y escuchando tu ejército acercarse a golpes pesados, resquebrajando la tierra que pisaba... Ejército de latidos cerca de mis labios. Labios que besabas como si fueran de algodón de azúcar en día de campo con el aroma de las flores frescas inundándonos los pulmones. (Y puede sonar tan cursi que tendríamos que poner de fondo algo como "Close to you" de The Carpenters...). ¿Sabes? Tal vez nunca te dije que era majestuoso compartirte mis historias. Contártelas al oido mientras enrredabas mi cabello y yo te enrredaba en mis deseos. Buscar mi espacio entre tu barbilla y tu hombro y encontrarlo inequívocamente ahí, tatuado de mi y esperando mi regreso cada vez, ansioso por arroparme entre tus brazos... El orgullo de sentirme tesorera de tus secretos cuando tu piel se los contaba a la mía a murmullos quedos y la emoción sin límites cuando se los gritaba con toda la fuerza. Y la eternidad en nuestras miradas cómplices. Escuchabas mis silencios con una atención infinita, leyéndome todita... y yo escuchaba cómo el aire entraba en tus pulmones enérgico haciéndote mi sueño hecho realidad. Sueño de imperfecciones absolutas y de perfecciones inciertas. Sueño del que despertamos ese tristísimo día y que el insomnio de la realidad no nos ha permitido recuperar... ¿tendremos el valor de hacerlo regresar? De volver a encontrar la noche en la que regresemos al lado del otro para, cuando llegue la mañana despertar y saber que si se puede soñar con los ojos abiertos...

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