miércoles, 20 de mayo de 2009

Sentimentalismo guacaloso

(18 febrero 2008)

¡Tengo hambre! Llevo todo el día sin ingerir alimento. Bueno, ok, comí unas papas a media mañana... pero supongo que eso no nos dice mucho si ya son las 8:50 de la noche y mi pedido de "super salads" o alguna cosa por el estilo aún no llega. ¡Tengo hambre! Caray... esto de vivir en un hotel puede que no sea tan padre como uno se podría imaginar. Claro, claro, es que hay que aclarar: no estoy viviendo en el Grand Coral de Cancún o en el Deseo de Playa... Evidentemente, no hablamos de una master suite en el Plaza Athenee o ya siquiera de un standard en el Waldorf. No.
La avenida por la que se accede a mi hotel, es nada más y nada menos que la carretera a Celaya. Si, la México-Celaya. Entonces, resulta muy lógico pensar que, si me encuentro muriendo de hambre, no puedo salir a la tiendita de la esquina.
Y tal vez ni siquiera es el hambre... es solo que... estar sola, tanto tiempo... caray. Ya sé, ya sé... no debería ser una mocosa que se queja de todo, pero... a veces así pasa. Ya sé, también, mi novio no deja de repetírmelo: hay que crecer y romper cordones. Ya sabes, ser más independiente, dejar casa y empezar a hacer las cosas por ti misma. Si, si, todos lo sabemos, pero eso no quiere decir que el proceso, por tanto, sea más sencillo.
Lo cierto es que no sólo extraño la intimidad de casa, la comodidad del espacio colchón, ese donde caes en blandito, también extraño a mis amigos. Cuando pasas toda la semana fuera, y tu tiempo de repente se ve recortado, dedicas el mismo a tus actividades o personas "prioridad". Pues si, a nadie le sorprende que si ahora sólo voy a mi amada ciudad los fines de semana, le dedique ese tiempo a tres parte iguales: 1. yo, 2. el novio (si, si, el bello novio) y 3. la familia. Pero extraño a mis amigos... y no había caído en la cuenta de cuánto hasta que el mismo novio me hizo un comentario al respecto este fin de semana.
Es que... cuando estás muy feliz con alguien, pareciera que lo demás puede esperar. Y pues cuando tienes poco tiempo... (no comments). Pero... lo cierto es que... es cierto. Estoy descuidando a muchos de mis amigos. Tengo muchos grupos de amigos. Me he mudado 17 veces, no es como que haya un grupito con el cual haya crecido. Una semana salgo con los del norte, otra con los del sur, los del poniente entre semana... Irremediablemente, crear nexos no es algo taaaan marcado. Mi mejor amiga y yo éramos lo único estable en una serie de grupitos dispersos. Si ya ni siquiera nos pedimos la hora, determinar una pertenencia particular resulta conflictivo. Quizás por eso soy tan familiar. He escuchado muchas veces que las personas alrededor dicen que sus amigos, su "bolita" de siempre es su "familia". Yo no tengo un grupito así, por eso es que soy tan fan de la familia en la que nací y con la que he crecido, esa que permanece sin importar las mudanzas.
No hay dar lugar a malentendidos, no. Tengo amigos a los que adoro y en verdad creo que he sido muy muy afortunada porque he conocido a grandes pesonas de las que tengo el gusto de ser amiga. Algunos si, son como mis hermanos. Pero hasta en eso es una onda más bien familiar. Puedo no verlos en 2 años y luego verles, contarnos lo que ha sucedido y amarnos a tope sin tener que vernos cada 3 días. Wen, Chu, Raúl... por citar algunos. Y ahora, estoy aqui... sentada frente a una pantalla de computadora, leyendo toneladas de libros que cargo en una mochila y pensando en como extraño a esas personas que, cuando tengo cerca, puedo no ver por años sin siquiera inmutarme. Caray... es cierto, esto de estar lejos de casa te hace valorarlo todo (con una buena dósis de sentimentalismo lloroso - yeakes!-).

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