miércoles, 20 de mayo de 2009

Friday, I'm in love!

(14 abril 2008)

En esta ocasión no es sólo la fantástica canción de The Cure. Es, más bien, una disertación que mantuvimos mi adorado HC y yo mientras deambulábamos por las atestadas calles del DF, sobre lo que provoca, en las personas, el que hoy sea lunes o martes (si, y el hecho de que lo escriba en lunes le da también un sentido particular a esto).
Pues bien, tras interrogarnos, llegamos a las siguientes inútiles conclusiones:
1. Lunes: Es el día de los nuevos ciclos y, curiosamente, de las flojeras infinitas. La mera idea de que sea comienzo de semana le imprime un toque de no-sé-qué que lo hace absolutamente irremediable. Empieza la cuenta regresiva y el bullicioso viernes por la noche no podría verse más apetecible. (NOTA: hay una especie de subraza que ve los lunes como días puramente energéticos y llenos de nuevos planes -yeakes!-.
2. Martes: Son el comienzo de la infinita rutina. Dice HC que lunes, martes, miércoles (excluyo los jueves a propósito), son los días más parecidos entre si y que encierran ese ciclo semanal en el que todo parece ser monótono y sistemático. También son los martes de 2x1 en algunas pizzerías y son los martes en los que, cuando pienso en todo lo que hay que hacer, recuerdo que no, que ya es martes, cerca del miércoles de cine al 2xindio y aún más cerca del fantástico jueves.
3. Miércoles: Los miércoles podrían ser tan infinitamente tediosos como los martes si no fuera porque a alguien alguna vez se le ocurrió eso de poner el cine de descuento los miércoles. Y si, en general es horrible, multitudes que se aglomeran esperando por un boleto, pero todos alguna vez hemos caído en la tentación de usarlos como excusa para ver a los amigos y sentirnos parte de esa ciudad en ebullición.
4. Jueves: Los jueves son mis días favoritos de todo el mundo mundial. Son los días de la deliciosa antipación. Esos en los no puedes esperar a que sea viernes y, a la vez, disfrutas el tormento dulce de que aún no lo sea. Nada podría ser más fascinante que la idea de que "lo mejor esta por venir". Los jueves, además, son los dias en los que siempre salía de antro porque así si podía salir dos días cada fin de semana sin que hubiera el problema de "¡Ayer saliste!". Los jueves son el día en que no importa qué pase, mañana siempre hay tiempo para recuperarse. ¡Fantásticos!
5. Viernes: El viernes es el día por el que esperaste toda la semana. El reposo hace uso de tu cuerpo y el estrés finalmente brinca de tu sistema. Sales con todas las ganas hasta que... ¡demonios! La ciudad a tope y nomás no llegas a ningún cochino lado porque ya todos se te adelantaron. La saturación en su máxima expresión. ¿Bar en la Condesa? Olvídate, llenísimo. ¿Cenita en Polanco? Hmmm... sólo si reservaste. ¿Cine? Bueeeno, pero peor que miércoles. No can do. Por lo menos tiene la deliciosa satisfacción de que, sin importar que tanto tiempo pierdas, mañana no tienes que despertar temprano.
6. Sábado: Nada tan fantástico como no tener que despertar temprano (la cama luce absolutamente deliciosa y te tienta a quedarte por lo menos hasta medio día), tener todas las posibilidades a la mano (museos, restaurantes, esa sesión en el flotario, la nueva remodelación de tu recámara o la visita a esa fantástico brunch marino) y saber que mañana (tun tuuun) tampoco harás nada. ¡Ah, delicioso!
7. Domingo: Los domingos son, según HC, los días más raros de toda la semana. Son los días en los que los ciclos se cierran y reabren. Los días del eterno dejar pasar; narra HC que hace tiempo, cuando el fenómeno del cine no estaba tan extendido y el SKY universe era sólo un concepto en Lomas, los domingos eran el día más aburrido del mundo. Día familiar por excelencia, para mi siempre implicó nostalgia. Nunca el fin de semana se ve tan lejano como los domingos en la noche. Nunca la rutina se ve tan inminente. Eran los días de las tareas no hechas, de preparar uniformes escolares o de salir de casa de la abuela esperando la semana completa para ver a las primas y patinar con ellas una vez más... quizás, porque nunca parecía tan distante la siguiente ocasión de ver a Luis Palma.

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