miércoles, 20 de mayo de 2009

So soberbia

(21 enero 2009)

Le pasa a todas, ¿no? Por lo menos a casi todas. Mal de muchos, consuelo de tontos. Pero lo sigues y seguirás creyendo siempre qe aminore la carga y la responsabilidad que tienes en el asunto. No finjamos, las cosas llegan al abismo porque nosotros lo permitimos. Ese drama de "yo no sabía", "él me hizo" es tan, pero tan lastimero que no te lo permitirías simplemente por el orgullo que aún tienes.
Haces recuento de los daños: meet, love, fight, cheat, fight. Alguna vez me contaste que lo sabías desde la segunda cita. Lo sentiste con tu impresionante intuición a la que nunca escuchas. Esa que tiene tu abuela, tus tías, primas, madre y hermanos. Esa de la que siempre te jactas, la que te hace estar feliz antes de que algo bueno pase y que te llena de tristeza antes de saber de consecuencias desagradables. Lo supiste, por segunda ocasión de forma tan tangible, el 26 de diciembre de 2007. Otra vez no te quisiete escuchar. Tenemos unas hermosas amigas en común que te dijeron mil veces que negarte a ti misma es ponerte en riesgo. No les hiciste caso pensando que sabías más. Justificándolo todo y no teniendo los pantalones para admitir que algo estaba mal. Claro, no podrías cuando la mitad del problema eras tú. Maldita soberbia, no te dejó ver. Estabas segura de que a ti no te podía pasar.
Haz memoria, anda... recuerda cuando me contaste que era el mejor, el más inteligente, guapo, culto... la forma en la que era atractiva su forma de ser tan en si mismo, siempre confiado, seguro. Boy meets girl, girl is as happy as can be. Tú tenías que ser perfecta para él, él... él seguro era para ti mejor que si te lo hubiera regalado tu hada madrina. Y casi le atinas, a las 12 en punto, se volvió la calabaza y tú dejaste de ser princesa para volverte una simple, vulnerable y débil mujercita del siglo XX abrazada a su celular como si de eso dependiera su vida y su estabilidad.
Lo que nadie te contó es que a las 12, la calabaza roncaba y tú leías que, jajaja ya era calabaza de otro jardín. Por supuesto, como nadie te contó, la calabaza ya no daba ni para quitarle el relleno y hacer un jack-o'-lantern para el siguiente halloween. Y eso que el miedo si que te lo inspiraba. Pero te tardaste en gritar. El grito no era para que lo escuchara el mundo, era para ti solita, quizàs para mi, pues. Para alguien a quien le importaras lo suficiente para que ni siquiera hubieras tenido que gritar jamás. C'est la vie, C'est la amour. Así tambièn es la soberbia que, estoy segura, te pensarás una vez más antes de entrarle al jaleo de nuevo.
Pero, ya no estás solita, enana. No serás princesa y no habrá príncipe azul. Lo que seguro habrá, serán razones de sobra para seguir riendo, muchos brincos que dar para llegar más alto, muchas ganas de no repetir y, ¿quièn sabe? Quizà un día un someone special que vuelva tu vida un cuento de hadas de verdad.

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